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18/04/2017 Área: Patrimonio Fuente: Voces de Cuenca
Pedro de Verona es el actual alcalde de Chumillas (Cuenca), quien ha participado recientemente en el programa televisivo de Salvados ‘Tierra de nadie' para hablar del éxodo rural. El primer edil ha conseguido desde que tomó el bastón de mando en 2007 que varias familias vayan a vivir a uno de los pueblos castellano-manchegos del que la despoblación se estaba apoderando y ha conseguido que la población del municipio pase de 21 a 44 habitantes y rebajar la media de edad de 75 a 40 años
Hace 50 años mi pueblo estaba lleno de niños, juventud y gente trabajadora. Era un pueblo feliz, alegre, ruidoso, libre y con futuro, pero sobre todo feliz.
Sí, mi idea era regresar a Chumillas, aunque no me había planteado que fuese tan pronto, quizá cuando estuviese cerca de jubilarme. Me fui porque tenía ganas de conocer un poco más Moscú, la cultura rusa y aprender el idioma, pero siempre he tenido en mi cabeza la idea de volver.
Coincidieron una serie de circunstancias que me hicieron pensar en esto, porque entonces la ratio era cinco niños y en esa época se venía a vivir al pueblo una familia de Barcelona que tenía arraigo en el pueblo, ya que sus padres eran del pueblo y se habían conocido aquí en verano, aunque después se casaron y se fueron a Barcelona para cambiar de vida. Esta familia cuando quería volver a vivir al pueblo aportaba dos niños, por lo que abrir las posibilidades de abrir la escuela se hacían más grandes. El centro social de la localidad lo llevaba un chico de Madrid que solo se abría los días que él venía, entonces pensamos que si traíamos una familia, le dábamos una casa barata y un sueldo de aguacil a uno de los dos miembros de la familia y con lo que sacasen del bar podía vivir una familia en el pueblo. Con esta familia ya teníamos los cinco niños que necesitábamos.
Nosotros también tenemos una ayuda a la natalidad de mil euros por niño cuando llevan viviendo un año en Chumillas, con el requerimiento de que éste haya nacido en el pueblo o que venga con una edad joven. Además, tenemos ayudas al material escolar y unas viviendas de alquiler social a un precio muy económico.
Sí, porque además en el pueblo no hay niños tan pequeños, incluso dos de ellos acaban de irse a la localidad de Valera de Abajo para comenzar el instituto. En mi opinión, me gustaría que los niños pasasen del colegio al instituto más tarde, hasta los catorce años deberían de educarse en el pueblo donde han nacido. Con catorce años los niños ya son adolescentes y están más formados que con once o doce años. En nuestra escuela hay niños desde los tres a los once años, por lo que tenemos la suerte de tener niños de todos los cursos.
Siempre digo que cuando uno vive durante unos años en el mundo rural coge arraigo a esa tierra, a su casa y a ver a sus hijos corriendo por las calles, creciendo en libertad. Las familias que crían aquí a sus hijos ven que sus niños no necesitan un papá, una mamá o a sus abuelos para ir al parque o incluso como ven las plantaciones de su huerto crecer. Creo que todo esto arraiga muchísimo y mientras que económicamente sea sostenible la vida en el pueblo un porcentaje alto se quedará aquí, especialmente los niños, ya que durante toda su vida recordarán su infancia en Chumillas.
Por supuesto, de eso no hay ninguna duda. Una ciudad es algo impersonal, te puedes sentir más solo en una ciudad de 18 millones de habitantes como es Moscú que en un pueblo pequeño de 30 habitantes. En las ciudades apenas se conocen entre los vecinos, las personas van a su bola y no se piensa en los demás, es un poco triste pero creo que es así.
Estamos ahora intentando hacer un barrio sostenible. Vamos a acondicionar unos terrenos y lo vamos a ofertar a familias, poniéndoles solo una condición: que se autoemplen siempre que sea un negocio sostenible para el medioambiente. El trabajo, desgraciadamente, está muy mal en todas partes pero en el mundo rural está aún peor.
Es muy difícil, pero creo que algún día podríamos llegar a tener 150 0 200 habitantes. El mundo rural ofrece unas expectativas que no ofrece la ciudad. Es mucho más económico vivir en un pueblo, el contacto con la naturaleza te hace más libre y más humano, por lo que se necesitan muchas menos comodidades. Aunque por supuesto, hay cosas que sí son necesarias, como una banda ancha que funcione bien, unas buenas comunicaciones terrestres, que la medicina no nos quede muy lejos o que la administración no nos abandone y apueste por los pueblos. Si todo esto se aúna sí que podríamos llegar a tener una cantidad de habitantes considerable.
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