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El río Guadalquivir, durante siglos eje vertebrador de Andalucía, recorre la provincia de Córdoba de este a oeste. Más de cien kilómetros de su cauce medio discurren de Villa del Río a Palma del Río.

El Guadalquivir crea a su paso una galería natural modelada por acusados meandros, un auténtico pasillo verde al que tributan numerosos ríos y arroyos. El Valle del Guadalquivir en Córdoba se convierte en una travesía única. Y el Agua en compañera infatigable del viajero.

Junto al río, numerosos afluentes y embalses procuran la fertilidad de las tierras, y crean un sorprendente espectáculo visual. El Agua convierte a la comarca en escenario para la práctica de múltiples deportes náuticos, en paraíso para la pesca o simplemente para el disfrute de un paseo en barca. Dos espacios naturales de inigualable belleza se abren al río a través de los afluentes Yeguas y Bembézar: el Parque Natural de Cardeña y Montoro y el de la Sierra de Hornachuelos.

Espacios únicos para los amantes de la naturaleza. Entre su flora encontramos alcornoques, encinas, acebuches, quejigos, o la jara, el lentisco y el brezo. Y una rica fauna con especies como el águila real, buitres negros e incluso el amenazado lince ibérico.

La especial abundancia con que ciervos y jabalíes pueblan estos parques naturales, hace que se constituyan en lugar privilegiado para la caza mayor. A este conjunto se unen los embalses del Salto, Arenoso, Retortillo y el de la Breña, los Montes Comunales de Adamuz, con casi 3000 hectáreas de pinares, y los parques periurbanos de Villafranca, Posadas, Guadalcázar, Montoro y Palma del Río.

El Valle del Guadalquivir se presenta al viajero como un valioso entorno natural de eminente riqueza ambiental y paisajística.  

El Valle del Guadalquivir ha sido siempre lugar de asentamiento. Distintas civilizaciones desde tartessos han habitado estas fértiles tierras dejando un legado histórico y cultural difícilmente igualable.

A la riqueza monumental de municipios tan emblemáticos como Bujalance, Montoro o Palma del Río, se le une la ingente cantidad de edificios históricos, tanto de carácter civil como religioso. Antiguas fortificaciones, molinos para el aceite, casas señoriales, bellas ermitas, arte gótico, mudéjar, renacentista y barroco son parte importante de la esencia de la comarca.

Siempre cercanos al río, los restos de calzadas romanas constatan el grado de importancia de estas tierras y constituyen una de las múltiples rutas que el viajero puede realizar en el Valle del Guadalquivir en Córdoba.

Entre sus testigos, el Castillo de Almodóvar (imagen superior), construcción defensiva convertida en icono en el horizonte. Lugar privilegiado desde donde el viajero podrá observar la Vega, la Campiña y la Sierra, los tres espacios que conforman el Valle y... el Río. Siempre el Río.

El Betis romano, Uadir al-kibir de Al Andalus, el Río Grande, que nos va a permitir detenernos en Córdoba, en la Mezquita, y un poco más hacia el interior, en Medina Azahara. Bajo el Puente Romano, el río discurre en calma, testigo del tiempo.

En el siglo XVIII, Carlos III hizo protagonista al Valle del Guadalquivir del fenómeno de la repoblación. Objeto de una romántica historia de colonización, fundó las colonias de La Carlota y Fuente Palmera con pobladores venidos de centroeuropa.

El patrimonio hidráulico se erige como un atractivo único y de especial interés. Saltos de agua, acequias, azudas y puentes, se suceden en el recorrido del río Guadalquivir como observadores impertérritos del paso del agua por esta tierra.

Este patrimonio histórico y cultural del Valle del Guadalquivir se hace presente entre sus calles y sus gentes. A lo largo del año, la celebración de numerosas ferias y romerías hacen partícipe al viajero del folclore de la comarca. Es inevitable inundarse de la alegría y colorido que desprenden estos pueblos.

Agroalimentaria del Valle del Guadalquivir

El del Guadalquivir es un Valle fértil como pocos. La riqueza de sus tierras ofrece variedad de cultivos, beneficiarios del agua y el clima de la zona. El olivar preside la campiña. En localidades como Bujalance y Cañete de las Torres, la abundancia y calidad del aceite se hace patente en sus innumerables almazaras. El aceite de oliva se extiende por todo el Valle y es uno de los pilares del sector agroalimentario de la comarca.

Las frutas y hortalizas también son productos de gran calidad. Las huertas del Valle del Guadalquivir las proporcionan en gran cantidad, ofreciendo además espacios agrícolas de especial belleza. Aquí naranjales y frutales aún mantienen las formas tradicionales de cultivo y de riego. La naranja inunda el Valle con sus verdes, ocres y anaranjados. Entre el Genil y el Guadalquivir, se ha desarrollado uno de los principales puntos del sector citrícola de España. A la abundante producción hay que añadir una importante industria que en Palma del Río se establece en torno a la naranja.

Las hortalizas son productos que el Valle produce en abundancia y calidad, desde Villafranca hasta El Carpio, desde Posadas a Almodóvar del Río: las berenjenas, pimientos, calabacines, lechugas y espárragos inundan los regadíos del Valle del Guadalquivir, dando paso a una incipiente industria agroalimentaria. Esta fertilidad no puede más que propiciar una extensa ofertaculinaria de gran calidad y cuidada elaboración que, restaurantes, mesones y casas de comidas ofrecen al visitante del Valle del Guadalquivir.

Tras una intensa jornada repleta de sensaciones, el viajero podrá disfrutar de un confortable hospedaje en casas rurales y cortijos, hoteles cargados de historia y encanto, campings y de una amplia oferta de actividades culturales y de ocio.

Grupo de Desarrollo Rural

Asociación para el Desarrollo rural del Medio Guadalquivir

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