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¿Es la inmigración una medida válida para evitar la despoblación que viven nuestros pueblos? Varios ejemplos en la provincia de Cuenca demuestran que sí puede ser. En Barajas de Melo inmigrantes llegados de Europa de Este son el 10 por ciento de la población y en Tinajas los extranjeros han permitido mantener la escuela.

La inmigración puede ser una solución pero no es un proceso inmediato. Necesita otras cuestiones añadidas como posibilidades de acceso a una vivienda, colegios o un centro de salud. Si esos inmigrantes proceden del medio rural es posible una buena adaptación, según ha explicado Joaquín Saúl García Marchante, profesor de Geografía en la Universidad de Castilla-La Mancha.

Barajas de Melo es un ejemplo. Desde hace 20 años viven allí familias llegadas de Europa del Este, plenamente integradas. La clave, según ha explicado el alcalde, Luis Ayllón, fue la transformación de secano a regadío de las tierras.

La llegada de inmigrantes también facilita la posibilidad de mantener servicios. Tinajas, pequeña localidad de la Alcarria, ha mantenido su escuela rural gracias a la inmigración. Una tercera parte de los 18 niños son inmigrantes, según ha explicado su alcalde, Antonio González.

En algunos pueblos del sur de la provincia como Mota del Cuervo o Las Pedroñeras la población extranjera ya supone más de un 10 por ciento de la población total.