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Vestas, otro duro golpe de la deslocalización para el medio rural

07/09/2018 Área: Formación y Empleo Fuente: ABC

  • Una masiva manifestación recorrerá este jueves las calles de León para reclamar la permanencia en el municipio de Villadangos del páramo de la compañía danesa, cuyo cierre implica la pérdida de más de 360 empleos directos.

Artículo de H. Díaz, publicado en ABC.

Hoy todo Castilla y León estará con Vestas. Una manifestación que se prevé masiva -ha sido respaldada por los principales partidos políticos y grupos sindicales- recorrerá las calles de la capital leonesa para reclamar la permanencia de la compañía fabricante de aerogeneradores Vestas en Villadangos del Páramo (León). Es la última medida de presión organizada contra la «espantada» de la empresa extranjera que el pasado 27 de agosto y tras dos meses de conflicto laboral anunciara el cierre definitivo de la planta en el municipio leonés enclavado en la comarca del Órbigo, castigado ya de por si por el abandono del campo y la consecuente despoblación.

La multinacional ha justificado el cierre en una previsión de baja producción. Lo cierto es la danesa mira ahora hacia Rusia y Argentina como destino de sus políticas de expansión, así como hacia China.

Sólo han pasado doce años para que lo que suponía una «ilusión inmensa» se torne ahora en «decepción absoluta». Fue en julio de 2006 cuando el presidente de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, inauguraba de manera oficial la planta de Vestas, la primera gran compañía que comenzaba a funcionar en el polígono industrial de Villadangos del Páramo con una inversión inicial de diez millones para generar 150 puestos de trabajo. Actualmente contaba con 362 empleos directos, pero su radio de influencia, con casi otros casi 300 indirectos, alcanza a 2.000 personas, calcula el alcalde Teodoro Martínez. Con el modelo de aerogenerado V90 como «producto estrella, la planta había crecido en producción y plantilla, apoyada también con ayudas públicas. De hecho, aunque no faltaba algún sobresalto a finales de año por la incertidumbre sobre la posible carga de trabajo para el siguiente ejercicio, los trabajadores gozaban de buenas condiciones laborales -así lo han reconocido-.

En junio saltaron las alarmas

Pero el pasado junio saltaban todas las alarmas. La compañía danesa anunciaba el cierre de cinco de sus siete líneas de producción. Desde entonces, la conflictividad en la fábrica ha sido continua, con concentraciones en León y en la sede de la compañía en Madrid, marchas reivindicativas, paros parciales y una encierro de trabajadores. En el camino, la firma despidió en julio a 180 trabajadores eventuales ante el traslado de gran parte de la producción y un atisbo de acuerdo hace un mes con el comité de empresa que no fructificó ante la negativa de los trabajadores a desconvocar la huelga. Ese mismo mes de julio la consejera de Economía y Hacienda, Pilar del Olmo, se ponía en contacto con la empresa para exigir una reunión y «un compromiso claro» de un plan industrial que garantizar el futuro de la empresa «muy importante para León y la Comunidad».

Sin embargo, no sólo no llegó ese compromiso, sino que el pasado 28 de agosto la multinacional anunciaba que había presentado un expediente de regulación de empleo (ERE) de extinción laboral para la totalidad de la plantilla, lo que cogía totalmente de sorpresa a la Junta de Castilla y León y al Gobierno central, ya que ambas instituciones habían solicitado reuniones en repetidas ocasiones para buscar una solución. El anuncio llegaba, además, en un momento en el que el plazo para reclamar las ayudas públicas recibidas por Vestas por parte de Junta y Gobierno -12,5 millones de euros para las instalaciones de Villadangos del Páramo- ya había finalizado.

Hace unos días se producía en Madrid la deseada reunión entre el Ministerio y la empresa -la Junta de Castilla y León fue vetada en la misma-, cuyos resultados se evaporaban. La compañía dejaba claro que abandonaría las instalaciones y la alternativa que planteaba a sus más de 360 trabajadores directos es recolocarse en otras plantas, como las de Viveiro (Lugo) y Daimiel (Ciudad Real) o en el extranjero.

Alternativas

Los sindicatos han considerado que en modo alguno esa solución es la adecuada. «Si Vestas no quiere seguir, tenemos que exigir que se busquen alternativas, inversores para mantener los puestos de trabajo en Villadangos». Recuedan que Vestas sostenía cientos de núcleos familiares y para algunos de sus trabajadores tienen cierta edad y les resultaría más complicado el acceso al mercado laboral -algunos empleados que llegaron a Vestas en 2006 procedían del cierre de otras empresas-.

Mañana viernes se mantendrá la primera reunión negociadora sobre el Expediente de Extinción, con lo que empezará a contar el mes de plazo para llegar a un acuerdo. Por ello, urgen que las Administraciones hagan lo que esté de su mano. Los sindicatos creen que la intención de la firma danesa es llevar sus plantas fuera de Europa, así que el anunciado refuerzo de las de Lugo y Ciudad Real puede acabar en la misma decisión que adoptaron para la de León.

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