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La cultura de las algas emerge desde Galicia

27/09/2017 Área: Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación Fuente: El Mundo

Cuando se apuesta por lo diferente se pueden lograr cosas excepcionales. En el año 1996 nació en La Coruña Porto-Muiños, de la mano de Antonio Muiños y Rosa Mirás. En un principio, su actividad empresarial consistía en el cultivo de champiñón y, posteriormente, por problemas del propio sector, al cultivo de otras setas. "Pasaron los años y el volumen de negocio de la seta en fresco había crecido tanto que quedaron paradas las instalaciones de la conservera, a las cuales había que buscarles una salida", explica Antonio. Así que pronto llegó la necesidad de reinventarse: "Empezamos a dar vueltas a qué tipo de producto podríamos hacer en Galicia con identidad propia y, entre todas las ideas que barajamos, decidimos apostar por las algas".

Una vez con la idea de las algas en la cabeza, Antonio y Rosa emprendieron juntos un nuevo camino. Contactaron con empresas de investigación y con la universidad para pedir consejos a expertos en algas y saber cuáles eran sus posibilidades, pero los problemas no tardaron en llegar: "No sabíamos cómo recogerlas, ni qué hacer con ellas, ni la época idónea de recolección. Tampoco cómo transformarlas ni cómo venderlas. Desconocíamos los permisos para recolectarlas, qué precios poner, qué tipo de compradores había o cuál sería nuestro tipo de público... Daban ganas de parar". Pero no lo hicieron y se pusieron manos a la obra: tras recibir una primera negativa a la hora de tramitar los permisos de recolección -pensaban que era una excusa para recoger otros productos-, el segundo año finalmente lo consiguieron y pudieron pasar a la fase de registros sanitarios.

A partir de ahí, como indica Antonio, empieza la aventura de ir al mar a recolectar las algas: "Todos los fines de semana, al igual que otros van de merienda al parque, de excursión a la montaña o a esquiar, para nuestra familia las excursiones al mar se volvieron algo habitual". Lo siguiente eran las manualidades (envasar, lavar, etiquetar o diseñar el packaging) y las ventas, un tema en el que tuvieron que profundizar con mucho esfuerzo porque no lo conocían. "Todo ello era un verdadero muro a todo el esfuerzo y cariño que ponías en el trabajo", explica.

Trabajar al ritmo de la naturaleza

Las algas desempeñan funciones esenciales y suponen alimento y refugio para la fauna que las rodea. Eso era algo que preocupaba a Antonio y a Rosa, que trabajan más de 30 especies diferentes: "Desde el primer momento no pensábamos en hacer una recolección intensiva de las algas ni acabar con el recurso. Dicho de otro modo: no queríamos cometer con las algas algunos errores que se han cometido con otros productos". Para ello elaboraron estudios de cómo se reproducen algunas especies con el fin de saber cómo se debían recolectar y en qué cantidad para no dañar el medio ambiente. Lo ideal era imitar de alguna forma al propio mar, ya que la fuerza de los temporales arranca las algas de forma natural.

Desde el principio, los fundadores de Porto-Muiños tuvieron una plena conciencia del medio ambiente: "Nuestros viajes continuos a las zonas donde recolectamos nos fue permitiendo poder observar la naturaleza y hacer una recolección similar y sostenible. Esta recolección manual te permite trabajar en armonía con el entorno, dejando algas en algunas zonas para que puedan seguir desempeñando sus funciones naturales en el medio. Esta observación y respeto continuo nos ha permitido definir una forma de trabajar donde nuestra máxima premisa es el respetar el ritmo de la naturaleza".

Después de casi 20 años, Porto-Muiños ha conseguido exportar sus productos y dado a conocer sus valores gastronómicos a los cinco continentes, creando una cultura de las algas que sirve de ejemplo a nivel internacional. Según Antonio, hay varios factores que ayudan a consolidar las algas como alimento en la mesa: una de ellas es "la gran diversidad de texturas, aromas, formas y sabores que permite abrir numerosas posibilidades de elaborar recetas". Otro punto importante, indica, "ha sido el valor nutricional de las algas en una sociedad cada vez más preocupada por la alimentación sana". Por otro lado, "el esfuerzo del equipo y la gran suerte de contar con la implicación del mundo de la alta cocina han ayudado enormemente a divulgar su uso" y a conseguir que, poco a poco, tanto mercados y grandes superficies como tiendas especializadas y el sector de la distribución hayan incorporado poco a poco las algas en sus lineales. Sus productos, además, han llegado hasta los fogones de restaurantes de alta cocina como Arzak o Mugaritz, entre otros.

"Cuando empezamos el proyecto teníamos un sueño: que las algas formaran parte de la alimentación cotidiana en los hogares". Casi 20 años más tarde, después de lanzar un montón de productos, de incorporar a gente nueva y estupenda en el equipo y de colaborar en diferentes eventos y organizar excursiones, Antonio y Rosa siguen soñando con lo mismo.

La pasión y la ambición por buscar algo diferente ha hecho posible a los fundadores de Porto-Muiños llegar hasta donde están.

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