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«El reto de los pueblos: seducir a las ciudades», por Francisco Martínez Arroyo, Consejero de Agricultura y DR de CLM

18/09/2018 Área: Instituciones Públicas Fuente: ruralsiglo21

Artículo de opinión de Francisco Martínez Arroyo, Consejero de Agricultura y Desarrollo Rural de Castilla-La Mancha, publicado en su blog ruralsiglo21.

Las recetas clásicas no sirven para nuestros pueblos. Ni los gestos, ni las palabras. Solo los hechos.  O la puesta en marcha de políticas valientes. Y no es fácil. Pero toca hacer el esfuerzo.

En este artículo esbozaré algunas ideas, en mi opinión, útiles para dar vida a nuestros pueblos. Y haré algunas propuestas. Soy consciente de que serán palabras, pero tenemos la oportunidad de llevarlas a la práctica. Esta vez, tendría que ser posible.

Durante la celebración el pasado miércoles de una jornada en el Consejo Economico y Social (CES), en la que tuve el honor de participar, sobre políticas territoriales y medio rural, volvieron a salir a la palestra los problemas de nuestros pueblos, especialmente el despoblamiento. Las opiniones de Julio Llamazares, Abel Hernández y Sergio del Molino (a los que debemos mucho los que nos dedicamos a ésto del desarrollo rural) en los medios de comunicación y en distintas publicaciones es un grito (¿el último?) de socorro para nuestros pueblos. Parece que hay también más sensibilidad sobre el medio rural y el despoblamiento en el Gobierno central (que ha creado la figura de la Comisionada frente al Reto Demográfico, puesto que ocupa Isaura Leal) y en las Comunidades Autónomas (Galicia, Aragón, La Rioja, Castilla y León, Asturias y Castilla-La Mancha han creado un grupo de trabajo sobre despoblación y reclaman una financiación mas justa para las Comunidades Autónomas con población más dispersa).

Es pues un buen momento para afrontar el enorme desafío.

No hay en nuestro país ningún problema territorial más relevante que éste. La tremenda influencia de todo lo que pasa (y se dice) en Madrid, unido a las cuestiones identitarias (que casi siempre se convierten en la "política del país", absorbiendo páginas en los diarios y sesiones en las Cortes, tapando ideologías e impidiendo que se tomen otras decisiones importantes), ahogan los temas que importan a la gente que ha decidido quedarse a vivir en el medio rural. Y ellos son los que, verdaderamente, necesitan de las políticas públicas y del impulso de las Administraciones. En este sentido, ¡ojalá las cosas hubieran sido distintas en las últimas décadas!

Es hora ya de afrontar el reto desde una perspectiva territorial, algo que no ha sucedido casi nunca. Un precedente ha sido la Ley de Desarrollo Sostenible del Medio Rural de 2007. Fue el primer intento fallido. Fallido, porque en la práctica nunca llegó a aplicarse. Y es que, las  cuestiones económicas del medio rural siempre se habían abordado desde una perspectiva sectorial, sobre todo, aquellas relacionadas con la agricultura y la ganadería, principalmente, por la influencia de las ayudas de la PAC. Y es cierto que la actividad agraria, incluyendo la forestal, unida a la industria agroalimentaria, son la base de la economía de nuestro medio rural; pero, en algunos casos, no son suficientes.

El enfoque territorial implica diferenciar distintos medios rurales. Nada tiene  que ver la comarca de La Mancha, por ejemplo, donde la agricultura social y la industria transformadora, fundamentalmente, vitivinícola ha sido capaz de retener e incluso aumentar la población en las últimas décadas, haciendo posible un medio rural poblado y vivo; con el Señorío de Molina, en la provincia de Guadalajara, donde se da la menor densidad de población de Europa y donde la agricultura y la ganadería son insuficientes.

Es urgente orientar los modelos de desarrollo y las políticas en función de las potencialidades y las realidades, también las poblacionales, de cada lugar. E integrar, en ese enfoque territorial, no solo aspectos económicos, incluyendo infraestructuras y acceso a las nuevas tecnologías; sino también sociales: sanidad, educación y servicios sociales de calidad.

Quizás lo mas importante de todo sea confiar en la gente que vive en los pueblos, en darles la palabra y profundizar en lafilosofía del enfoque LEADER que ponen en práctica los grupos de desarrollo rural repartidos por toda España, gestionando una parte de los fondos de los Programas de Desarrollo Rural (PDRs) para financiar las inversiones de empresas en los pueblos. Así, son los propios habitantes del medio rural los que deben decidir el modelo de desarrollo más adecuado a su territorio, en función de la realidad y sus expectativas de futuro. Son ellos los que conocen de verdad qué futuro quieren. Y no la Administración, que debe ayudar, no tutelar. Este modelo de toma de decisiones es más arriesgado, pero más exitoso a medio y largo plazo donde ha funcionado. Y tenemos excelentes ejemplos de ello en nuestro territorio.

Y desde ya se pueden tomar decisiones, siempre de acuerdo con la gente del medio rural, como priorizar y garantizar la prestación de servicios sociales básicos para los habitantes del medio rural (En esta línea, en Castilla-La Mancha estamos elaborando una Ley de Desarrollo Rural Territorial que garantizará estos derechos), u orientando los recursos públicos de la PAC a los ciudadanos que viven en los pueblos y generan desarrollo económico y empleo. Tanto a los agricultores, como a las industrias agroalimentarias ubicadas allí. Tambian, dar prioridad y más ayudas a las mujeres rurales en cualquier política pública. Incluso, ir más allá teniendo un trato favorable, claramente diferenciado, a los habitantes del medio rural, tanto en la fiscalidad como en las cotizaciones a la Seguridad Social. Hay tantos ámbitos en los que actuar, para que ser valiente y quedarse en un pueblo no salga tan caro...

Y para ello, es necesario que los que nos dedicamos a trabajar, de una u otra forma, por las gentes de los pueblos, convenzamos al mundo urbano de que el esfuerzo vale la pena. Que es bueno que una parte de sus impuestos favorezca, de verdad, al medio rural que garantiza la mayor seguridad alimentaria del mundo. Y, sobre todo, que ya es hora de devolverle a la España interior que ha sido tradicionalmente olvidada, parte de lo que nos ha dado, ahora que nos necesita. Esa España rural en la que reposa nuestro modelo cultural, nuestras raíces y, en gran medida, nuestro futuro.

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