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Comarca de Guadix, un paisaje donde las cuevas escriben la historia

29/05/2012 Área: Artesanía y Turismo Fuente: GDR Comarca de Guadix.

Las cuevas, un paisaje tan habitual para los habitantes de la comarca de Guadix, han sido motivo de sorpresa y admiración para cientos de viajeros que han dejado su impresión plasmada en textos, grabados, reportajes periodísticos, fotografías a lo largo de los últimos siglos. El paisaje de las cuevas no deja indiferente ni a foráneos ni a locales. Unos y otros se han esforzado en captar en imágenes o describir los caprichos del paisaje convertido en hábitat. De hecho, es posible que las cuevas ocupen el segundo lugar en el ranking de lo más fotografiado de nuestra provincia después de la Alhambra.

Un libro editado por el GDR de Guadix recoge los primeros documentos que mostraron al mundo las imágenes de las cuevas, siempre desde perspectivas muy diferentes y con conclusiones de lo más diverso. En estos años varios han sido los proyectos de cooperación a nivel nacional e internacional promovidos desde el grupo de desarrollo con el objetivo asumido de destacar el valor cultural y etnográfico de las cuevas, siempre encorsetadas en un concepto de lo pintoresco, tantas veces cargado de connotaciones peyorativas. Asimismo muchos de los proyectos abordados en el marco de la estrategia de desarrollo rural implantada en la comarca por el GDR de Guadix han tenido como sujeto las cuevas, desde la creación de alojamientos, a la implantación de bodegas, restaurantes o centros de interpretación, sin contar con los conjuntos medievales rehabilitados en el contexto de la ruta troglodita por el valle del río Alhama, que desde Beas de Guadix hasta Cortes y Graena, discurre por algunos de los enclaves históricos en cueva más importantes de la zona.

El arqueólogo Antonio López, en colaboración con Torcuato Fandila, se ha encargado de recopilar toda esa información documental que ha generado el hábitat de las cuevas. Se trata de un vasto trabajo documental presentado en una edición de lujo que abre un mundo de curiosidades formado por las sensaciones que un hábitat único como es el de las cuevas puede generar.

Las cuevas han sido, por ejemplo, la imagen turística de España en el extranjero para el Patronato Nacional de Turismo fundado en 1928 durante el reinado de Alfonso XIII o han sido cromos de colección que una empresa cárnica alemana ofrecía a los consumidores. Todas esas imágenes se encuentran ahora recogidas en un solo libro que ha supuesto horas y horas de estudio, investigación y recopilación.

La publicación ha contado con la ventaja de que su autor, Antonio López, es un aficionado a los libros de los viajeros románticos, ingleses y franceses sobre todo, que recorrían Europa y que tuvieron en Guadix uno de sus lugares de paso y que constata que las cuevas fueron un reclamo turístico desde los primeros tiempos de este fenómeno. La otra gran ventaja para que viese la luz esta publicación ha sido el archivo fotográfico de Torcuato Fandila García de los Reyes,  que cubre la vida de esta ciudad en el último siglo.

Aunque  las cuevas estuvieron habitadas mucho antes, los primeros documentos que hablan de ellas esperan hasta el siglo XVI. Las primeras referencias al hábitat  las encontramos en el Sínodo de la Diócesis de Guadix y Baza de 1554, llevado a cabo por el obispo don Martín de Ayala; por él sabemos que a mediados del siglo XVI existían dos pequeños núcleos de cuevas, en la fuente de Maese Pedro y en la zona de San Marcos. Hasta el citado Sínodo, tal y como destaca Antonio López, ningún documento de la época había recogido dato alguno relevante acerca de la ocupación de las cuevas de Guadix.

La marginación en la documentación oficial de las cuevas llega incluso al siglo XIX. A pesar del peso que las cuevas tienen en la configuración urbanística y demográfica de la ciudad, en los diccionarios geográficos de la primera mitad del siglo XIX aparecen pocas referencias a ellas. El Diccionario Geográfico-Estadístico de España y Portugal de Sebastián Miñano (1826) no hace referencia alguna a las cuevas de Guadix de la que, por otra parte, da una pobre descripción. Pascual Madoz en su Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar (Madrid, 1847) especifica que «la estructura en general de los edificios no ofrece cosa digna de atención, por su fábrica antigua, siendo una tercera parte de ella cuevas, sin más luz que la que reciben de las puertas».

Los libros de viajeros que comienzan a florecer en el siglo XVIII y que viven su gran esplendor en el siglo XIX empiezan a recoger las primeras sensaciones que los viajeros tienen al visitar la comarca de Guadix y contemplar su paisaje plagado de cuevas. Uno de los primeros que hace referencia a las cuevas es Richard Twiss, que estuvo viajando por Portugal y España entre 1772 y 1773. La primera edición de su viaje, Travels through Portugal and Spain in 1772 and 1773, apareció en Londres en 1775. En ella decía que "Guadix, que es una sede episcopal, está situada en un barranco exactamente igual que Baça; un valle estrecho socavado por el río. Las colinas arcillosas que la envuelven por completo son de naturaleza extraordinaria; masas muy altas y quebradas que se asemejan a agujas, torres y rocas deformes. En sus laderas se han excavado poblados enteros, cuyas ventanas parecen palomares o, más bien, madrigueras. El camino que lo atraviesa es extraordinariamente singular, serpenteando media milla entre dos escarpadas paredes de tierra, sin la menor presencia de roca o grava".

Las cuevas han sido interpretadas como el "hogar de los trogloditas pobres" por  el londinense Richard Ford en su obra Handbook for traveller in Spain and Readers at Home (Londres 1845), pero no siempre ha sido así y su compatriota G. A. Hoskins en su obra Spain, as it (Londres, 1851) sólo seis años después cambiaba la visión y aseguraba tras la visita a una cueva que "de ninguna manera están habitadas por los habitantes más pobres. La que nosotros vimos claramente pertenecía a una persona con cierto patrimonio".

Hoskins también fue el primero que llamó la atención sobre sus buenas condiciones térmicas. "Es necesario obtener permiso de la policía para construir una cueva, pero aquellos que lo consiguen son afortunados, pues están mucho más cómodos que en las otras casas, ya que en verano son siempre frescas, y en invierno cálidas. Esta cueva estaba más limpia que algunas de las cabañas a las que me asomé, que no sólo eran sucias, sino que estaba llenas de humo", dice en su libro.

Las cuevas posaron por primera vez para un objetivo fotográfico en el año 1892, fue ante el alemán Georg Wegener, que pasó por Guadix en otoño de 1892, camino de Baza y Murcia, durante un viaje que hizo por Andalucía. Los dos fotograbados que de las cuevas aparecen en el libro que publicó tres años más tarde en Berlín sobre dicho periplo, es el testimonio fotográfico más antiguo que tenemos de ellas.

A finales del siglo XIX el médico Arturo Cerdá y Rico recogió una amplia colección de fotografías de las cuevas accitanas. El objetivo de Cerdá además se fijó en la imagen del pueblo llano, constituyendo un importante testimonio etnográfico. El primer fotógrafo local que se encarga de recoger la imagen de las cuevas es Luis Chavarino. A él se deben dos de las imágenes que recogieron dos momentos históricos de este barrio, como la visita de Alfonso XIII al barrio de Las Cuevas en Guadix o la colocación de la primera piedra de las Escuelas del Sagrado Corazón en la Ermita Nueva.

Si la documentación gráfica del libro Cuevas de Guadix. La memoria de un paisaje es importante, también lo son los numerosos artículos periodísticos que se reproducen en sus páginas. ABC, Blanco y Negro, El Heraldo de Madrid, La Esfera,... recogen desde diferentes perspectivas el hábitat de cuevas. La revista Mirador en 1932 se escandaliza por la existencia en pleno siglo XX de "los hombres de las cavernas" y asegura que es un "exponente del estado de miseria, de atraso, de barbarie, con el que habría que terminar".

Algunos de estos reportajes periodísticos también reflejan el paso del prejuicio a la sorpresa por las condiciones de las cuevas. La Esfera, en 1928 dice: "Si nos asomamos a las bocas de esas cuevas no veremos señales de barbarie ni de extrema miseria. Muchas veces nos parecerá envidiable la suerte de un troglodita de Guadix, porque las mujeres son limpias, hacendosas y tienen su preocupación estética, más refinada acaso que algunas señoras de ciudad".

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