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En los núcleos rurales de la Costa da Morte ver un niño es casi un milagro. En las aldeas los de 65 años son jóvenes y la mayor parte de los habitantes de los núcleos más pequeños son pensionistas que completan sus ingresos con la ayuda de la huerta y de algunos animales.

En Santa Cristina (Berdoias-Vimianzo) cuenta con orgullo una vecina que ella es la más veterana de los cuatro habitantes que hay en el lugar. Tiene 87 años, pero los demás no son mucho más jóvenes. Allí, dice, el asfalto envejecido del firme es una de las pocas inversiones municipales que cita. Hay, además, un puñado de farolas y, dice, traída de agua -el alcalde de Vimianzo está orgulloso de haber llevado el agua a todas las parroquias- y poco más.

Pero cuando se pregunta por las parroquias qué hace falta, los mayores no piden. Muchos se conforman con puntos de luz y bacheado. También fastidia que no se vea la televisión. Internet, saneamiento, aceras y mejoras estéticas o cobertura de móviles son cosas que solo citan los más jóvenes.

El curioso caso de Caneliñas

La situación de abandono suele se mayor en los lugares de interior que en la costa, donde el turismo se ha encargado de rehabilitar viejas casas y de subir el listón de las demandas.

Es curioso el caso de Caneliñas, en Cee. En el censo figura un único habitante -una vecina- pero la zona suele contar con pescadores y visitantes entre los usuarios de tan singular lugar. El privilegiado enclave vive en un curioso dilema: o la pobreza extrema o la urbanización.

Hace años que hay planes para uno de los lugares más atractivos de Cee. Primero fue el de hacer chalés. Después surgió la idea del hotel y los bungalós. El alcalde de Cee aseguró que prefería un hotel que recuperara la zona a que se quedara como está.

En Caneliñas la pequeña playa carece de mantenimiento, los caminos de cemento están en mal estado y a veces la basura rebosa de los contenedores. Sí es cierto que la pista de acceso al lugar se asfaltó hace unos años, pero en el pequeño puerto de la parroquia de Gures crecen las silvas prácticamente a su antojo y no se ha visto nunca ninguna acción municipal -con ningún gobierno- para aprovechar su atractivo.

Al parecer, las opciones pasan porque lo compre Costas o se quede como está o porque se construya un hotel o se quede como está. La vieja ballenera es una finca privada, pero no la playa ni los accesos, que necesitan una mejora.

Pero no todo es negativo en el medio rural. Los núcleos de Camariñas, por ejemplo, han recibido inversiones importantes en los últimos años, si bien lugares como Santa Mariña tienen una mayor entidad. Lo cierto es que no es fácil llegar a todos. En Carballo, por ejemplo, hay más de 180 lugares de menos de 30 habitantes y en A Laracha llegan a los 160.