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Cuando la naturaleza está en la puerta del colegio

21/09/2021 Área: Desarrollo rural Fuente: ABC

  • Los colegios en zonas despobladas ofrecen cercanas experiencias con las que los alumnos aprenden educación ambiental.

Artículo publicado en ABC.

La pandemia de coronavirus ha motivado que se aprecie más el contacto con la naturaleza y ha propiciado algunas modificaciones en la forma que teníamos de vivir hasta entonces, como el cambio de residencia. Así, algunas familias se han ido a vivir a zonas despobladas en las que poder estar rodeados de medioambiente y pensar en desarrollar su futuro laboral y personal en estos lugares. Con este movimiento, colegios que estaban a punto de desaparecer han logrado sobrevivir, algo que cobra especial importancia teniendo en cuenta que en muchas ocasiones pueden ser el único núcleo sociocultural y convertirse en agente transformador para el cambio en esas regiones, tanto para los niños y niñas en etapa escolar como para el resto de habitantes. En algunas de estas zonas es en los Colegios Rurales Agrupados (CRA) donde se imparte educación Infantil y Primaria. Centros que atienden a distintas localidades y a cuyas aulas, situadas en diferentes pueblos, los docentes llegan por carretera.

Pero, ¿cómo es la educación en medio ambiente en estas zonas? José Luis Pérez Candilejo, profesor en el Colegio Rural Agrupado (CRA) Gloria Fuertes, de Fuente del Arco (Badajoz), defiende que «la educación ambiental en zonas despobladas es un recurso que debe aprovecharse, los alumnos tienen de manera fácil acceso a la naturaleza y a un entorno ambiental cercano». Este CRA, con 72 alumnos, incluye tres localidades: Fuente del Arco, Trasierra y Reina.

Semejante opinión expone Pedro León García, director del CRA Valle de Riaza, en Milagros (Burgos), y maestro tutor de alumnos de 5º y 6º de Primaria: «En las ciudades donde hay una transformación de la mano del hombre es más difícil encontrar la naturaleza. Nosotros a la puerta del colegio ya la tenemos. Es más fácil conectar». Los docentes atienden a dos localidades: Milagros y Adrada de Haza. La evolución de este CRA ilustra el despoblamiento del medio rural. Cuando se formó eran siete localidades. Hace diez años tenían cinco. Y ahora solo dos. Este centro está reconocido como escuela Change Maker. La Fundación Internacional Ashoka busca referentes sociales a los que considera agentes de cambio, que pueden generar transformaciones en el ámbito el que trabajan. En esta categoría en España hay veinte colegios.

Junto a los CRA existen otras instituciones que dan forma a la educación ambiental en zonas despobladas. Este es el caso del Centro de Desarrollo Rural Merindades (CEDER Merindades), entidad formada por los 27 ayuntamientos que componen esta comarca de Burgos, a la que acompañan unas sesenta asociaciones de toda índole. CEDER Merindades busca potenciar la actividad económica y cultural de la zona con iniciativas comunitarias como el Programa Leader.

José Luis Ranero, gerente de Ceder Merindades, explica que «el concepto de despoblación varía mucho de unos municipios a otros». Aunque la media es de ocho habitantes por kilómetro cuadrado, existen localidades con apenas dos habitantes por kilómetro cuadrado. «En los colegios con menos alumnos resulta más sencillo que la formación se traslade al propio espacio natural, porque nosotros disponemos de unos recursos que nos permiten abordar ese proceso formativo palpando la realidad del entorno, más allá de lo que puedan ser conductas de respeto medioambiental que se pueden dar en cualquier tipo de centro y que también se dan en centros más grandes de la comarca», comenta.

Una duda que se puede plantear desde los núcleos urbanos es si la educación ambiental en zonas despobladas es tan idílica como nos la imaginamos. Pérez Candilejo (CRA Gloria Fuertes) relata su experiencia: «Para mí sí es idílica. Se trata de un recurso al alcance todo el año, que permite aprovechar las ventajas que te ofrece la propia naturaleza. Y trabajar desde muchísimos puntos de vista, pudiendo desarrollar diversos contenidos y objetivos curriculares. Con todos los beneficios de una educación en valores y de poder dar la clase fuera del aula».

Pedro León García (CRA Valle de Riaza) quiere diferenciar el contacto con el medio ambiente y la educación ambiental: «Aquí el contacto con el medio ambiente es evidente, así que la educación ambiental en centros como el nuestro resulta mucho más fácil, porque forma parte de nuestro proyecto educativo y además lo tenemos al alcance. Pero no todos los colegios rurales tienen los mismos principios. Muchos trabajan con libros de texto. Nosotros no tenemos». Dar clases en el entorno natural no significa hacerlo analógicamente: en el CRA Valle del Riaza los alumnos llevan una tablet para hacer fotos en sus salidas al exterior, aunque aún hay localidades que carecen de acceso a la red.

Experiencias infinitas

Las posibilidades de experiencias educativas en estos entornos son casi infinitas.CEDER Merindades ha desarrollado el'Programa Sumérgete' para que diferentes cursos de los once centros educativos de la comarca realicen una visita guiada a los espacios naturales, una zona en la que el 40% está declarado bajo alguna figura de protección de la naturaleza. En alguno de los centros se ha trabajado con proyectos específicos medioambientales, como la creación de una charca y para tratar los contenidos educativos del curso, como el nacimiento, la reproducción, las matemáticas con el número de renacuajos que hay.

Por su parte, el CRA Valle de Riaza ha trabajado en Naturpueblo, una ruta de senderismo a través del río Riaza, de unos siete kilómetros. Otro de los proyectos, explica Pedro León García «es el aula invernadero, una pared de inercia térmica, hecha de adobe con palets forrados de paja. Esta pared recoge el calor durante el día y protege durante la noche de las heladas. Los alumnos de 5º y 6º son los que pusieron la pared de adobe».

Pérez Candilejo (CRA Gloria Fuertes) apunta que la pandemia del Covid-19 ha motivado que las excursiones sean a lugares más cercanos: «En Educación Física realizamos rutas senderistas andando y otras en bicicleta. También salimos a limpiar el entorno cercano de basura. Realizamos talleres sobre la mina La Jayona, sobre apicultura... Al final de curso trabajamos en la concienciación en la prevención de incendios forestales».

Algunos de esos docentes, como Pedro León, forman parte de la red Naturaliza, el proyecto de educación ambiental de Ecoembes que apuesta por la educación fuera del aula y por incluir la naturaleza en los contenidos curriculares. Este programa cuenta, como valor añadido, con 2.000 recursos para los docentes, a los que también imparte formación. El profesor del CRA Valle de Riaza señala que lo conoce desde su origen: «Me interesó la formación a distancia, cómo te tutorizaban. Son de mucha importancia los recursos que ofrecen para trabajar distintas actividades con los alumnos». José Luis Pérez Candilejo (CRA Gloria Fuertes) cree que Naturaliza aporta «una visión diferente sobre la posibilidad de trabajar los aspectos curriculares relacionados con la naturaleza».

La educación ambiental en estas zonas rurales goza de unas posibilidades ciertas de futuro. Residir en estos lugares se ha convertido en una alternativa beneficiosa para la calidad de vida. Además, son notables los esfuerzos de las distintas administraciones y las entidades privadas dirigidos a minimizar las diferencias de servicios con respecto al mundo urbano, algo vital para motivar a más familias a hacer del medioambiente su vivienda.

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