Saltar navegación. Ir directamente al contenido principal
12/09/2018 Área: Unión Europea Fuente: Consultora Europea
Artículo de Miguel A. Gracia Santos, publicado en la web Consultora Europea.
En estos días, la Red Europea de Desarrollo Rural está concluyendo un proceso participativo para definir los "smart villages", y también para recoger experiencias de los mismos en toda la UE. Como miembro (poco activo, lo reconozco), del Grupo de Trabajo de la Red sobre el tema, he sido invitado a presentar experiencias y a colaborar en la definición. La que existe ahora es la siguiente:
Los pueblos inteligentes son comunidades en áreas rurales que desarrollan soluciones inteligentes para enfrentar los desafíos en su contexto local. Se basan en las fortalezas y oportunidades locales existentes para comprometerse en un proceso de desarrollo sostenible de sus territorios. Se basan en un enfoque participativo para desarrollar e implementar sus estrategias para mejorar sus condiciones económicas, sociales y ambientales, en particular promoviendo la innovación y movilizando las soluciones que ofrecen las tecnologías digitales. Las aldeas inteligentes se benefician de la cooperación y las alianzas con otras comunidades y actores en áreas rurales y urbanas. La iniciación y la implementación de estrategias de pueblos inteligentes pueden basarse en iniciativas existentes y pueden ser financiadas por una variedad de fuentes públicas y privadas.
A pesar del tinte un tanto "tecnocrático" de la definición, he de decir que, en general, ésta me gusta porque hace incidencia en los procesos participativos, y en el refuerzo de la capacidad local para buscar soluciones a sus propios retos. Al mismo tiempo, he debido confesar mis dificultades para encontrar ejemplos concretos de dicha definición y experiencias concretas de "smart villages", al menos en mi entorno más conocido. Hilando ambas cosas, llego a la conclusión de que los smart villages constituyen un modelo de solución de los problemas del medio rural que, aunque basado en el uso de la tecnología digital, se enfrenta a barreras mucho mayores que las digitales para su puesta en marcha.
Obviamente, el primer obstáculo sigue siendo la deficiente implantación de la banda ancha y de otras tecnologías en las áreas rurales, que sigue estando muy por debajo de la dotación en zonas urbanas. Pero ésta es una cuestión que, de una manera u otra, puede resolverse (y se está haciendo) con inversiones públicas y privadas. Los problemas son otros, sobre todo:
En este sentido, me temo que vivamos una cierta contradicción entre el apartado "participación" y el apartado "innovación" de la definición antes mencionada. En otras ocasiones ya hemos señalado el hecho de que, si los procesos participativos no se se conducen de manera adecuada, éstos tienden a reproducir los patrones culturales dominantes, a reproducir los tópicos y las viejas recetas. Unas veces porque no se conocen otras recetas, otras veces porque no se explican las nuevas ni se ponen ejemplos, y otras también porque el recurso a los viejos métodos es la forma de garantizar el statu quo o, más sencillamente, la posición de confort de numerosos actores locales. La innovación digital y su aplicación a la prestación de servicios autogestionados a escala local tiene mucho de disruptivo, de rompedor, y como tal, puede encontrar pocos amigos entre quienes se encuentran en una posición dominante o de confort, de "siempre se ha hecho así".
Creo que sigue haciendo falta mucha pedagogía, y mucho proyecto piloto de verdad, y mucho laboratorio de innovación en el medio rural, para crear soluciones verdaderamente adaptadas a los problemas locales; esto no cuesta más dinero que el que ahora mismo se gasta en proyectos de escaparate o infraestructuras absurdas, y eso es lo que nos hace "smart" ("espabilados", diríamos en mi tierra), y no la pasividad a la hora de adoptar modelos y tecnologías ya probadas en otros entornos y transferidas miméticamente y sin mayor criterio al medio rural.
Copyright © 2008 Red Española de Desarrollo Rural
C/ Duque de Medinaceli, 12 1º izda. 28014 Madrid
Tel.: 911 289 748 Email: redr@redr.es