REDR

Artículo de opinión elaborado por la Red Española de Desarrollo Rural.

Es necesario separar el trigo de la paja de una vez por todas. El desarrollo rural no subyace únicamente en la visión agrarista del territorio; el desarrollo rural es capital social, cultural y natural, y solo puede aplicarse desde un punto de vista holístico territorial. En estos momentos convulsos, que van de las posturas políticas extremas a más extremas, los políticos no pueden ni deben seguir estando desconectados del territorio y de la sociedad. Deben ser conscientes de que el futuro del medio rural y sus habitantes implica un compromiso. El alma de las comarcas y municipios rurales la conforman sus habitantes. Las políticas rurales no deberían seguir definiéndose desde despachos alejados del territorio, tan solo contando con un prisma técnico: deben ser elaboradas desde una perspectiva más humana. No queremos autoridades condescendientes con la realidad del territorio, queremos proclamar orgullosos que el medio rural es una tierra de oportunidades.

Tenemos una visión distorsionada de la vida social y de la economía, imaginamos que los mercados funcionan de manera autónoma, como una realidad que es posible imaginar separada del medio en el que se produce. Hasta ahora el medio rural se ha visto como una mercancía, vendiendo productos como: folclore, artesanía, turismo rural, patrimonio, deportes en la naturaleza, sus materias primas (madera, agua, aire)... La economía siempre estará integrada y subordinada a la sociedad, y dicha economía se entiende no como un entorno autónomo, sino como una función de la sociedad: en este caso, la población que habita en el medio rural en su conjunto. Este enfoque viene reforzando su validez desde 1991 a través de los grupos de acción local, que a lo largo de estos años han demostrado, con resultados contrastados, que son el mayor exponente social del medio rural -donde converge economía y sociedad indistintamente-, y suponen un ejemplo modélico de participación ciudadana y gobernanza sostenible.

Los territorios rurales siempre han tenido que lidiar con dificultades para salir adelante. Menos servicios, menos trabajo, menos conectividad... El medio rural está acostumbrado a transformar los problemas en oportunidades. Por ello, algunos factores a priori negativos, como el más que evidente retraso en la formulación de la nueva PAC (lastrada por las próximas elecciones europeas y el Brexit); la reciente publicación de un informe que determina que la Política Agraria Común en realidad no favorece al desarrollo rural como se creía; la inclusión por fin de la despoblación en la agenda política... en realidad podrían llegar a convertirse, en lugar de obstáculos, en la ocasión perfecta para dotar de alma a la PAC y al resto de políticas públicas y lograr humanizarlas, potenciando a la vez su activo más estratégico, que no es otro que la población que habita en el medio rural.

Nos han hecho creer que las reivindicaciones por parte de la sociedad civil que vive o trabaja por y para el medio rural pasan siempre por la financiación, pero desde REDR consideramos que la solución o las muchas posibles soluciones se aproximan más a una cuestión de voluntades políticas.

Para contrarrestar esta situación, desde REDR apostamos por la aplicación de un mecanismo de garantía (lo que desde Europa se ha dado en llamar ‘Rural Proofing') que comprometa a los gobiernos a revisar y examinar todas las políticas públicas para intentar asegurar que no perjudican a las áreas rurales. Para ello nos ofrecemos como Observatorio del mecanismo de garantía del medio rural -"un instrumento de carácter nacional que sirva como garante que verifique las obligaciones y compromisos de las políticas públicas con la sociedad rural"- Consideramos que ésta supondría una herramienta eficaz de comunicación entre el gobierno y la sociedad rural y, de esta manera, nos aseguraremos que todas las políticas que se lleven a cabo contribuyan de forma sinérgica a garantizar la igualdad entre la población urbana y la rural.