Saltar navegación. Ir directamente al contenido principal
24/05/2013 Área: Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación Fuente: El Periódico.com
Buscar un pueblo abandonado o una casa en ruinas. Mientras
Risto Mejide aconseja no buscar trabajo y afrontar el futuro personal permeable
al entorno y creando uno mismo la forma de vida que puede o desea, otros
plantean los próximos años o el final de su vida en torno a un lugar de
residencia. Sea para vivir cada día o los fines de semana, parece que el deseo
de encontrar un lugar idílico para pasar los ratos de ocio se mantiene pese a
la crisis inmobiliaria. La oferta de casas, fincas y pueblos enteros en venta
existe.
Pese a las dificultades para encontrar financiación parece
que ganan atractivo y demanda las aldeas abandonadas, las masías ocultas en la
espesura de un bosque, las viviendas junto al mar necesitadas de remodelación,
los pazos derruidos llenos de misterio o los mausoleos feudales huérfanos de
tapices en las paredes.
Algunos ejemplos como el de la población del Anoia La Guardia Pilosa
muestran que núcleos de población abandonados pueden convertirse tras unos
cuantos años en un ejemplo de cohesión ciudadana de nuevo cuño. No aparece el
pueblo en Google Maps, pero sus moradores disfrutan de un entorno a medida y
entre amigos y familiares.
Otros ejemplos, más englobados en el concepto de ecoaldeas
exploran nuevas formas de vida más orientadas al agroturismo o a la nueva
subsistencia próxima al medio ambiente. Es la propuesta de Mejide llevada al
extremo; volver a los mecanismos de autosuficiencia vital.
En España las primeras comunidades de este tipo empezaron a
establecerse a principios de los noventa en la zona de los Pirineos, donde
fácilmente se podían encontrar pueblos abandonados rodeados de tierras fértiles
que cultivar. Actualmente, existe la denominada Red Ibérica de Ecoaldeas,
formada por varias de decenas de comunidades, pero lo cierto es que pueden ser
muchas más de las registradas ya que en su mayoría prefieren seguir sin atraer
demasiado la atención de nuevos pobladores.
En otras ocasiones, lo que pretenden los buscadores de
aldeas abandonadas es encontrar oportunidades inmobiliarias necesitadas de
valor añadido a base de mano de obra e inversión. Comprar un castillo y sus
terrenos a precio de duplex y afrontar una aventura hacia la conversión en un
hotel rural, por ejemplo, es alguna de las posibilidades.
Otros casos más polémicos se engloban en la creciente privatización de espacios públicos, ya que las empresas o los empresarios (también extranjeros) son los más capaces de hacerse con pueblos enteros a golpe de talonario. Así, alguna iglesia románica se ha convertido en garaje. Espacios abiertos se convierten en coto cerrado, de caza o no, de algún nuevo propietario. El consabido letrero 'Propiedad privada. Prohibido el paso' aparece en zonas antaño de todos. También está el patrimonio histórico en peligro.
Copyright © 2008 Red Española de Desarrollo Rural
C/ Duque de Medinaceli, 12 1º izda. 28014 Madrid
Tel.: 911 289 748 Email: redr@redr.es