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Los habitantes del medio rural se unen para resistir durante la cuarentena: «Funcionamos como una gran familia»

07/04/2020 Área: Desarrollo rural Fuente: 20 minutos

Juan Pedro es el alcalde de Deleitosa, Cáceres (800 habitantes).

Reportaje de Pablo Rodero, publicado en 20 minutos.

"Aquí hay muchos huertos alrededor del pueblo, y había gente muy mayor que quería irse con la excusa de ‘se me seca el huerto, allí no me meto con nadie', pero nos ha dado mucho miedo porque pueden contagiarse en cualquier sitio. Les he tenido que convencer, a veces ha sido duro, y he ido siendo más duro en mis mensajes", declara Domínguez.

Deleitosa es uno de tantos pueblos de la España interior que afronta el confinamiento por el coronavirus uniendo esfuerzos para tratar de proteger a los más mayores entre sus vecinos, un tercio de los cuales tienen más de 65 años.

"Funcionamos como una gran familia", declara Domínguez, que explica cómo los vecinos se han organizado voluntariamente para asistir a los ancianos y para fabricar mascarillas para los trabajadores de la residencia y el consultorio médico del pueblo.

"Tenemos mucha gente en Madrid y en Vitoria que tienen aquí a sus padres y sus abuelos. Yo voy compartiendo cosas en las redes sociales para que se vea que les estamos cuidando y atendiendo", explica el alcalde.

En Aguilafuente, un pueblo de unos 600 habitantes en Segovia, los vecinos también han organizado una iniciativa similar para hacer la compra a las personas más mayores del pueblo. 

Asun Martín cerró su peluquería incluso antes de que el Gobierno decretara su clausura y se apuntó al grupo de voluntarios que llevan a casa de los mayores del pueblo todo lo que necesiten.

"Salimos unas 15 personas, nos organizamos en grupos de dos, hicimos un sondeo de la gente que había y fuimos preguntando y diciéndoles que a partir de ahora no saliesen", explica Asun, que hace los pedidos en su bicicleta. "Nos llaman y nos dan una lista. Mantenemos una distancia de un metro y vamos protegidos con guantes y mascarilla".

Los vecinos también han notado un aumento de la presencia de la Guardia Civil, que está haciendo controles minuciosos de documentación para asegurarse de que no hay personas que se estén desplazando desde Madrid, ubicado a hora y media en coche.

"Están serios. A mi me vieron, vinieron a por mi los tres, me pidieron el DNI y me preguntaron que a dónde iba en bici. Ya cuando les dije que estaba en el grupo social se calmó la cosa, porque están al tanto", explica Asun, que asegura que en el pueblo han sentado mal estos desplazamientos desde la capital. "Tenemos un tanto por ciento muy alto de gente mayor y es que se la cargan".

Alfredo Peñalba es el propietario del único bar y la única tienda de Miño de San Esteban, una pequeña localidad con menos de 50 habitantes empadronados en Soria. 

La provincia de Soria es, junto a Segovia, la más castigada de la España rural hasta la fecha, con los hospitales llenos y peores cifras de contagio que en la Comunidad de Madrid, de donde, muy probablemente, se importaron los primeros casos. 

En Miño de San Esteban también existía preocupación por que llegaran personas desde Madrid durante los primeros días del confinamiento y el recibimiento poco entusiasta al único joven que vino desde la capital le hizo darse media vuelta.

"Cuando apareció en el bar le dijimos que mejor que se fuera", explica Peñalba. "Al día siguiente se acercó a despedirse, manteniendo una distancia y dijo: ‘Mejor me voy, que no me queréis aquí'".

En pequeñas localidades como está, la Guardia Civil aparece solo de vez en cuando. Aunque los vecinos, según cuenta Peñalba, están manteniendo generalmente el confinamiento, también hay quien aprovecha el abrigo de la oscuridad para poder respirar un poco de aire fresco.

"Una tarde, salí con los perros y nos encontramos cuatro paseando en un descampado fuera del pueblo", admite Peñalba. "Les dije: ‘Anda que como nos vea la Guardia Civil aquí a los cuatro...'".

El coronavirus está solo empezando a penetrar en la mayor parte de la España rural hasta la fecha y existe la preocupación de que no haya medios para responder a una expansión rápida entre una población envejecida. En Soria, por ejempo, la tasa de fallecidos por coronavirus es de 41 por cada 100.000 habitantes, mientras que en el resto de España la media es de 15.

"Aquí la onda está llegando más tarde, tenemos algunos casos en observación y ya tuvimos un fallecimiento por esta zona", declara Jorge Martín, enfermero en el centro de salud de Alcorisa, una población de 3.200 habitantes en Teruel, y delegado del sindicato Satse. "Pero no tenemos el agobio aún que hay en la gran ciudad, también tenemos menos medios".

Para Martín, la capacidad de respuesta del sistema sanitario en Teruel "dependerá del volumen de contagios". Por ahora, asegura, han ido "capeando el temporal", pero espera que "todo esto que anuncian de compra de equipos de protección también llegue algo a la España vaciada, porque aquí también hay casos".

Hay algo que no varía en esta inédita experiencia del confinamiento entre el campo y la ciudad. A las ocho, los vecinos de los pueblos se asoman también a sus ventanas y balcones y aplauden en reconocimiento a la labor de los trabajadores sanitarios. También es un momento de eclosión y ánimo comunitario.

En Aguilafuente los vecinos salen los fines de semana a los balcones a hacer "el paloteo", una danza tradicional con varas de madera. En Deleitosa, el alcalde Juan Pedro, vuelve puntualmente al Ayuntamiento a las ocho y hace sonar por megafonía el Resistiré. Cuando acaban los aplausos lanza un último mensaje a los vecinos: "¡Fuerza deleitosa! ¡Todos juntos!".

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