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Benjamín Lana, Director General de Vocento Gastronomía y Vicepresidente de Madrid Fusión: «Le debemos mucho al medio rural, hasta el punto de que estamos en deuda»

29/09/2022 Área: Desarrollo rural Fuente: REDR

Hablamos con Benjamín Lana, Director General de Vocento Gastronomía y Vicepresidente de Madrid Fusión. Este periodista, gran conocedor de la realidad rural tras sus más de 25 años de experiencia, comparte algunas de sus opiniones sobre la importancia de la comunicación en el cambio de relato rural, el papel de la industria agroalimentaria o el vínculo de la gastronomía con el desarrollo territorial.

  • ¿Crees que, como sociedad, valoramos la importancia del medio rural? ¿Ha mejorado esta idea en los últimos años?

Creo que no lo valoramos lo suficiente. Es imprescindible cambiar la mirada hacia el rural, desde unas sociedades o países que prácticamente tienen una cultura urbana desde hace tiempo. Creo que la visión o concepción más extendida ha sido la de percibir el medio rural como un lugar de fin de semana, de vacaciones y, en los últimos tiempos, un lugar donde estar más cerca de la naturaleza... Cuando el medio rural es una parte imprescindible del país y del mundo, y hay que atenderlo de otra manera. Desde el punto de vista de las instituciones públicas, con una atención máxima, con recursos, planes, etc., y desde luego, procurando un cambio de mentalidad sobre lo que es el mundo rural, para que nunca más se vuelva a entender la sociedad rural como una "sociedad fracasada", que es lo que ha venido ocurriendo en los últimos treinta años. El medio rural era el abandono, la agricultura como una actividad que no servía, las actividades de alto valor añadido tenían que desarrollarse en las ciudades... Incluso había un cierto estigma entre los padres y madres sobre que sus hijos emigraran. Por tanto, creo que esa idea de que lo rural no es lo fracasado, sino al revés, es o acabará siendo la crónica de un éxito, entendiendo cuáles son las necesidades de la sociedad contemporánea. Necesitamos trabajar más, ya que, por ejemplo, en otros países están más avanzados, como los países nórdicos, en donde los profesionales de éxito emigran al medio rural. Muchas de las limitaciones que antes tenía el medio rural -especialmente a nivel servicios o acceso a tecnologías, etc.-, creemos que son fáciles de resolver, es una cuestión de empeño y de dinero, pero no hay limitaciones tecnológicas para que desde cualquier parte del país se puedan tener los mismos accesos que en las grandes ciudades.

  • ¿Cómo podemos comenzar a cambiar ese relato, crear una narrativa que se ajuste más a la realidad de los territorios rurales?

Hasta ahora, en general (porque también hay muchas experiencias positivas), no nos hemos acercado con una mirada -digamos- comprensiva y tratando de ayudar. Veo muchas veces una cierta condescendencia o una cierta liturgia sobre eso de "lo rural", identificado o bien con lo lúdico, o bien con los oficios que van a desaparecer, o "fíjate que buenas personas hay" o "la vaca que tiene 3 cuernos y 5 patas". Todavía hay una mirada no muy respetuosa hacia lo que supone realmente esa parte del país que, geográficamente, representa más dos terceras partes del mismo. Entiendo que, aquel país que no atienda a sus zonas rurales de un modo suficientemente profundo va a tener un problema. En España estamos ahora sufriendo esto: ha habido una pandemia, ahora tenemos una guerra y también la afección a la economía, pero, si quitas eso y algún problema identitario, lo que va a surgir, de nuevo, una vez más, es la realidad del medio rural que, además -curiosamente- es un poco el reservorio ideológico de la sociedad actual. Ahora todo el mundo habla de consumir y ser más sostenible, tener una relación más cercana con el medio ambiente, etc. Eso, básicamente, es hablar de la cultura rural. Todos esos conceptos de producto, identidad, territorio... todo eso es el mundo rural. He escrito alguna vez que le debemos mucho a la sociedad rural, hasta el punto de que estamos en deuda. Les hemos "robado" desde los recursos hasta los propios conceptos.

  • Como experto en temas relacionados con el medio rural y los medios informativos, ¿qué papel cumple la comunicación en esta tarea de cambiar el relato sobre las áreas rurales?

Creo que lo primero es mirar al rural con respeto, y no sólo cuando hay incendios, inundaciones, cuando aparece un fenómeno o un producto... Creo que lo fundamental es una cuestión de actitud, más que del número de personas que se dedican a ello: lo importante es cómo se mira al mundo rural. Es importante que esa comunicación, cuando se construye y se produce en el entorno rural o con la cultura y el conocimiento, cambia sobremanera. Muchas veces, cuando la información surge de las grandes ciudades y de personas que no han tenido o no tienen conocimiento de esa realidad, es bastante deficiente, con ese aire casi un poco de sección de curiosidades. Creo que esa información rural debería tender a producirse en el mundo rural, que los medios -y personas, periodistas, expertos- que conocen en profundidad la realidad son los que, en este momento, sí tienen la posibilidad de hacer llegar esa voz al resto. Probablemente tiene más futuro la comunicación en esa dirección que a la inversa -los grandes medios mirando al rural. En general, no se está haciendo bien, y yo también participo de eso, aunque en nuestro caso, a través de todos los medios regionales de Vocento sí que mantenemos una mirada desde el rural y de sus sociedades, de lo que allí acontece. Necesitamos por parte de todos los partidos políticos la determinación de convertir en un impulso legislativo y económico a la altura de lo que yo considero que necesita este país para que el medio rural se convierta, no en un vagón de cola que ralentiza al resto si no al revés, en un medio tractor que empuja al resto de la sociedad. Si somos conscientes de que, en este país, una de las principales industrias -y no hablo de sector primario- es la agroindustria, la que da más empleo de todos los sectores industriales de España es la transformación agroindustrial, cuyo producto es el primario. No dejamos de ser uno de los grandes productores de Europa y, junto con el turismo -y, si me apuras, la hostelería-, son los grandes tractores con futuro un poco para este país. No solo es una cuestión de justicia con las personas que habitan en el medio rural, si no de "inteligencia-país", poner en valor todo ese inmenso territorio con todas las singularidades que tiene.

  • La gastronomía española es reconocida en todo el mundo, con restaurantes y cocineros/as situados año tras año en las listas de referencia a nivel internacional. ¿Qué relevancia tiene el producto local en esta conquista de la gastronomía española? ¿Es una cuestión de productos y materias primas o también cumple una función fundamental la cultura gastronómica que atesoramos?

Creo que son las dos cosas. Es verdad que, en los últimos años, en la búsqueda en el mundo entero de los clientes de la gastronomía es la autenticidad, la gente que vive en una sociedad posmoderna, globalizada, digital, quiere experiencias reales, tangibles, sinceras, que no sean copias de copias... que es lo que habitualmente consume a través de las redes sociales, plataformas... En mi opinión, la gastronomía ocupa un papel muy importante, por eso hay esa especie de retorno y de búsqueda, a partir de ese concepto de autenticidad se definan otros como territorio, como identidad, producto... recientemente todo lo relacionado con la sostenibilidad se ha incluido en ese pack. Yo creo que el producto singular es importante, el entorno de los cocineros empieza a trabajar cada vez más dando visibilidad a los productores, es decir, que esa cadena no empieza en la cocina, si no que comienza en el campo o en el mar, y que esas personas empiezan en algunos casos -muy concretos todavía- a dejar de ser anónimos y a ser personajes, que también reciben algo de la luz mediática que llega desde los grandes restaurantes. Aquí es tan importante el producto como la cultura gastronómica. En ese planteamiento que decía de la búsqueda de lo auténtico y lo diverso, el reservorio del recetario popular, tan diverso en España -con tantas cocinas diferentes, herencias, influencias y singularidades-, es importantísimo que se cuide. Entiendo que ese tipo de cocina va a más. Creo que la gastronomía ejerce un papel de puesta en valor y revalorización de determinados productos cuya valoración social o precio de mercado se modifica y aumenta, cuando de repente la cocina se ocupa de ellos.

  • Has comentado que la industria que da más empleo de todos los sectores de España es la transformación agroindustrial, el medio tractor más importante a nivel industrial. ¿Qué relación tiene este sector con el desarrollo rural y la lucha contra la despoblación? ¿Crees que se debería seguir apostando por él de una manera más decidida?

No es sencillo impulsar el sector, como cualquiera, pero es más plausible apostar por este sector que por otras actividades. Creo que nunca vamos a ser Silicon Valley como país. Silicon Valley ya existe, nos lleva 50 años de ventaja. Jamás podremos competir, por más que nos empeñemos: no hay capacidad tecnológica, ni conocimiento, ni determinación pública ni privada para llegar a serlo. Pero sí somos lo que yo llamo "Gastro Valley"; al final nosotros podemos innovar, esto no se trata solo de un planteamiento -si quieres- autárquico, es al revés. Se puede hacer un desarrollo increíble en uno de los ámbitos, que es la alimentación, que siempre ha sido relevante pero que, cada vez, se observa con más nitidez que es uno de los más importantes. En términos de soberanía alimentaria y en términos nutritivos o de salud; en muchas ocasiones se ha pensado que algo que ya estaba logrado -pensando por ejemplo en occidente que el sustento ya venía dado o no era excesivamente caro-, ya no es relevante, y lo que estamos viendo es que sí lo es. Creo que ser los mejores del mundo en algo siempre es bueno, si somos los mejores del mundo transformando alimentos e, insisto, nuestra innovación a lo mejor no es con microchips, y es en bioquímica o capacidad de desarrollo de tecnologías vinculadas con la alimentación, pues mejor. Si tenemos una gran producción en el país, un grupo de cocineros reconocidos en el mundo, que tienen capacidad de dar visibilidad a esta realidad, y están cada vez más concienciados de lo que puede dar de sí esta colaboración, me parece de ciegos no pensar que esto es estratégico, sobre todo porque tenemos muchas oportunidades.

  • ¿Qué papel cumplen las y los jóvenes y cómo conseguir hacer más atractivos los territorios y que se vuelvan a interesar por volver a un pueblo?

Es importante todo el planteamiento transformador que hemos comentado. No sólo de acceso a las tecnologías, que alguien lo ha simplificado así, pensando que con poner fibra óptica ya se ha hecho suficiente; todo ese nivel de transformación del que hemos hablado, el cambio de mirada y de relato; una mayor atención hacia el rural, primando su desarrollo, lo que es beneficioso para el resto... sirve para los jóvenes. No creo que la gente de 60 o 70 años se esté planteando cambiar su vida ni que el problema sea seguir atendiendo bien a los ancianos de 80 años (con salud de hierro) que aún quedan en el pueblo, eso no es un problema; puede ser más o menos caro, pero no es el verdadero problema. Creo que, básicamente, el concepto de ciudad asociado a "progreso" que ha funcionado durante más de 100 años se ha quebrado. Si alguna gran ciudad ofrecía en los años 60 la oportunidad de progresar al que llegaba, al menos en términos económicos, de educación, etc. Hoy en día, incluso para los jóvenes -vengan de donde vengan, del rural o del urbano- mejor formados, lo que ofrece la gran ciudad es poca cosa: un empleo con salarios que no son acordes con el coste de la vida en muchos contextos, una condena a vivir peor que tus padres. Yo veo ahora, en el caso de Madrid, cómo cada vez hay más gente que, si su trabajo lo permite, sale de aquí; puedes vivir en un mini piso o compartir piso con tres personas en el centro de Madrid o, con tu mismo salario, tener una vida con más calidad a 40 km. Es una tendencia que, de modo natural, vamos a ir viendo; en la medida en que esos lugares sean atractivos, de momento no serán los más remotos (en distancia a la gran ciudad), pero que, poco a poco, lo veo como una mancha de aceite: primero será a 40 km de las ciudades, luego a 80, a 150 km... De alguna manera, si no hay ningún cambio social que no podamos imaginar, va a suceder de modo natural. Es un planteamiento que incluso escucho en conversaciones corrientes cada vez más, la alternativa de antes era "tengo una buena profesión y un gran empleo" y no había esa barrera económica, cosa que ahora no ocurre, incluso en casos de gente que ha destacado en su formación y ahora trabaja en una gran empresa. En los próximos años, en una ciudad, o vives en el extrarradio urbano de esas grandes finales, en las que al final te demoras y tienes las mismas dificultades que antes se decía que tenía el rural, o no tienes muchas más alternativas, incluso para gente como los empleados públicos. Con el mismo salario, un profesor en Guadalajara o en Teruel, comparado con uno que vive en el centro de Madrid, su calidad de vida no se parece en nada. Creo que es una tendencia que se va a notar cada vez más.

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