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La ‘bomba demográfica’ condenará a España a sufrir una inflación elevada

31/05/2018 Área: Instituciones Públicas Fuente: elEconomista.es

  • España sufrirá una presión inflacionista de cinco puntos a medio plazo.
  • El aumento del número de mayores dependientes golpeará con fuerza.

Las tendencias demográficas en los países desarrollados podrían llegar a tener un impacto económico considerable en la productividad, el crecimiento o la sostenibilidad de las cuentas públicas. Aunque estos factores tienen un enorme atractivo, algunos economistas están centrando su atención en la relación entre la demografía y los precios. Según uno de los últimos trabajos sobre esta cuestión, España sufrirá una de las mayores presiones inflacionistas producto de la transición demográfica: muchas personas dependientes y pocas en edad de trabajar.

Según las proyecciones de la ONU y de la OCDE, España será junto con Japón el país más envejecido del mundo en 2050, con más de 76 personas dependientes (casi todo mayores de 64 años) por cada 100 personas en edad de trabajar (tasa de dependencia). Las últimas previsiones del Instituto Nacional de Estadística (INE) mostraban que en 2031 la tasa de dependencia será del 62,2%, mientras que en 2066 será del 87,7%.

De este modo, un porcentaje muy elevado de la población serán personas dependientes, que en principio no producirán pero que sí necesitarán seguir consumiendo bienes y servicios (consumidores netos). Esta tendencia producirá presiones inflacionistas de unos cinco puntos porcentuales en las próximas décadas, una cifra que supera a la del resto de países avanzados.

Este dato se desprende un trabajo publicado por el Banco Internacional de Pagos (BiS por sus siglas en inglés) que revela la existencia de una relación histórica entre la demografía y la inflación. Los economistas del BiS Mikael Juselius y Elod Takats examinan las variables reales y monetarias de 22 economías desarrolladas entre 1870 y 2016 e intentan aislar la influencia de la demografía sobre la inflación. Es decir, se eliminan algunos componentes de la conocida inflación de costes como son las variaciones de precios de las materias primas por motivos relacionados con la oferta.

La relación es histórica

"Encontramos una relación sistemática entre la estructura de edad y la inflación: un incremento de la proporción de personas dependientes está generalmente asociada con una inflación mayor, mientras que un incremento de la población en edad de trabajar muestra el efecto opuesto", aseguran los economistas del BiS.

A diferencia de otro tipo de factores, la demografía es relativamente estable y predecible, lo que permite calcular la estructura de edad de una sociedad a futuro con cierta precisión: "Nuestra investigación sugiere que los efectos deflacionarios producto de la estructura de edad que han dominado en las últimas cuatro décadas se revertirán en las próximas décadas y comenzarán a ser fuerzas inflacionarias".

En las previsiones de los expertos del BiS se tienen en cuenta los pronósticos demográficos hasta el año 2050, incluyendo las tasas de fertilidad previstas para cada país. Estas previsiones son radicalmente opuestas a las de décadas pasadas, en las que había predominado una gran masa de población en edad de trabajar (productores netos) mientras que el descenso de la tasa de fertilidad redujo la población dependiente (niños y ancianos) a mínimos.

Una cambio de tendencia

Por un lado, la creciente población en edad de trabajar durante los últimos 50 años ha supuesto una reducción de la presión inflacionaria de tres puntos porcentuales, mientras que en los próximos 50 años la tendencia se revertirá y la estructura de la población ejercerá una presión equivalente a tres puntos porcentuales de media en los países desarrollados.

Mientras que en países como Dinamarca, Suecia o Finlandia el efecto será relativamente escaso; en España, Corea del Sur, Irlanda, Italia, Grecia y Portugal, las fuerzas inflacionistas serán más potentes. Según rezan los economistas del BiS, esta presión estructural aún no se ha comenzado a notar porque el menor nacimientos de niños está compensando el mayor peso de la tercera edad. Tanto menores de 16 como mayores de 64 son considerados como dependientes: no suelen producir bienes y servicios, pero sí los consumen.

El caso de España es especialmente significativo por presentar una de las tasas de fertilidad más bajas del mundo y una de las esperanzas de vida más elevadas. Según los últimos datos presentados por el INE, de mantenerse la situación demográfica de la actualidad, la pérdida de población se concentraría en el trabajo de edad entre 30 y 49 años, que se reducirá en 4,2 millones de personas en los 15 próximos años. Durante la próximas décadas, los grupos de edad que se encuentran en la parte alta de la pirámide irán ganado peso, mientras que los grupo de la parte baja se irán reduciendo.

Además, el descenso de la natalidad provocaría que en 2031 habrá unos 1,2 millones de niños menos que en la actualidad. Por el contrario, para ese mismo año residirán en España 11,7 millones de personas mayores de 64 años.

Otro trabajo del BiS publicado en 2017 también apoyaba esta hipótesis y añadía que el fuerte incremento que se espera en la tasa de dependencia reducirá el crecimiento potencial, el capital humano disponible para producir y el ahorro respecto a la inversión deseada, lo que culminará en un incremento de salarios nominales, la inflación y de los tipos de interés reales.

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