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Pueblos que reviven: ¿la solución a la España más vaciada?

04/02/2021 Área: Desarrollo rural Fuente: RTVE

Pueblos que reviven

  • El censo de los pueblos ha crecido debido a: la pandemia, el teletrabajo y la necesidad de espacios abiertos.
  • Familias que encuentran una nueva vida en lo rural, más calidad de vida, alejarse del bullicio de las grandes urbes...

Reportaje publicado en RTVE.es

El censo de los pueblos ha crecido debido a las siguientes razones: la pandemia, principalmente, el teletrabajo y la necesidad de espacios abiertos. Estos requerimientos han hecho que cientos de urbanitas cambien de residencia para vivir en entornos rurales. A este hecho, algunos expertos ya le han puesto nombre, lo llaman la fórmula de las tres aes: angustia, agobio y aburrimiento pandémico, aumentando con ello, el interés por vivir en el campo hasta un 30% durante la crisis sanitaria. Con este hecho, hay pueblos que además de ver crecer su población, han experimentado el milagro: reabrir la escuela. ¿Será esta la solución para repoblar esa España más vacía?

La mirada de Silvia Pérez

En "El Camino" Miguel Delibes nos contó la historia de Daniel, el Mochuelo: un niño de 11 años que debe abandonar su pueblo y emigrar a la ciudad con sus padres, donde éstos buscan la prosperidad y aspiran a que su hijo sea "algo más" que el quesero de pueblo. La novela fue publicada en 1950 y Delibes reflejó esa España rural de la posguerra, sedienta del progreso urbano. Aprovechando el confinamiento y el aniversario del centenario de Delibes el año pasado, seguro que más de uno aprovechó para leer esta novela imprescindible, que hoy nos hace reflexionar sobre la paradoja de recorrer el camino inverso al del protagonista de la obra de Delibes.

De momento es el trayecto que ya han recorrido Ana y Miguel con sus dos hijos. Han cambiado su residencia en el sur de Madrid por otra totalmente distinta en Garganta de los Montes, un pequeño pueblo de la sierra norte de la Comunidad. Lo que más les gusta a los niños es poder salir a jugar por las calles del pueblo sin preocuparse por el tráfico y que "el cole sea una sola clase y estemos todos juntos" (así son los CRA, Centro Rurales Agrupados).

Por otro lado, Miguel se ha reinventado profesionalmente: después de 20 años como informático, ahora se está formando para dedicarse a su verdadera pasión: la jardinería. Ana es psicóloga y algunos de los aspectos que más valora de la vida rural es el contacto directo con la naturaleza, el cambio de ritmo en el día a día (mucho más sosegado que la rutina estresante de la ciudad) y la relación cercana con los vecinos del pueblo.

Gonzalo y Aiana tienen claro que mudarse al campo es "el mejor regalo que hemos recibido de la vida". Vivían en un apartamento de 40 metros cuadrados en el centro de Madrid y ahora residen y teletrabajan en un chalet con piscina en Madarcos, el pueblo más pequeño de la Comunidad de Madrid. Ella es profesora de hebreo y ha empezado a dar clases de inglés a las hijas de la alcaldesa. Él es maestro de yoga y tai-chi e imparte sus clases online desde el jardín de su casa.

Cuando terminan la jornada laboral, van al único bar del pueblo (está a diez metros escasos de su casa) y toman el aperitivo con algunos de los veteranos del lugar como Cipriano, que le está enseñando a trabajar la madera, y también con recién llegados como Paula. El caso de esta actriz madrileña es diferente. Ella y su marido llevaban varios años alquilando una casa rural en Madarcos para pasar el verano. Hasta que llegó la COVID, el mundo entero se paralizó (la cultura también) y decidieron hacer de su casa estival su residencia permanente.

Afirma con una sonrisa contagiosa que por primera vez en su vida duerme mejor y relativiza los problemas, como si la vida en el pueblo se hubiera convertido en su mejor terapia. Echa de menos su barrio, la céntrica Malasaña, pero sobre todo "ir al teatro". Los vecinos de los pueblos que hemos visitado nos dicen lo mismo: que están encantados con que el pueblo tenga una vida nueva. Eso sí, siempre y cuando "los de la ciudad respeten nuestras costumbres y se adapten a la vida en el pueblo", asevera Cipriano golpeando el suelo con su bastón. Por lo pronto, tal y como comenta Eva, alcaldesa de Madarcos, han conseguido lo que no han logrado décadas de reivindicación desde el ámbito rural: mayor atención sanitaria, mejora del transporte y la educación e inversión en telecomunicaciones.

¿Estamos viviendo una huida a lo rural en tiempos de epidemia? ¿O es una reconciliación con nuestros orígenes? El tiempo dirá si estamos ante un cambio de paradigma social en la España Vaciada o si este nuevo camino tiene fecha de caducidad con vuelta a la gran urbe, como aquella a la que se vio obligado a emigrar Daniel, el Mochuelo.

El censo de los pueblos crece. La pandemia, el teletrabajo y la necesidad de espacios abiertos han hecho que cientos de urbanitas cambien de residencia para vivir en entornos rurales. Algunos expertos ya le han puesto nombre, lo llaman la fórmula de las tres aes: angustia, agobio y aburrimiento pandémico han aumentado el interés por vivir en el campo hasta un 30% durante la crisis sanitaria. Y aunque la migración de la ciudad al campo se está produciendo sobre todo alrededor de las grandes ciudades, hay pueblos que además de ver crecer su población, han experimentado el milagro: reabrir la escuela. ¿Estamos ante una nueva oportunidad para la España interior?

La mirada de Silvia Sánchez

Caminan despacio, en fila; el paso corto, un pie, luego el otro. Superado el escalón, penetran en la sala como si entraran a misa. No es la iglesia a la que llegan los paisanos ni son campanas que convocan la reunión: son los altavoces municipales repicando para todo el pueblo el bando en la voz de Sonia, la alguacila, y el salón de bodas, bautizos y comuniones de Juan acogiendo a los parroquianos. Ahora que ya no se celebran casamientos en el pueblo, el local está en venta. El azar y sus dimensiones lo han convertido en el lugar en el que los vecinos de San Esteban del Valle conocerán los detalles de una noticia que esperan desde hace una década.

Estoy en el sur de Ávila, en la comunidad que se ha convertido en la cuna de la despoblación en España, Castilla y León. El sonido del bando municipal se expande por las calles, el mensaje rebota en las fuentes y en el pilón, hace salir a los vecinos del bar y pararse frente a la puerta del autoservicio de José. Desembarco en uno de los 8.000 municipios españoles en los que el censo no supera los mil habitantes. Según el INE, en esa estadística está la mitad de los pueblos de España. Atravesamos el tercer pico de una pandemia que ha incrementado el interés de los urbanitas por volver al campo en un momento en el que engordan los censos de algunos pueblos. Asisto a un hecho que no sucedía en España desde hace cinco décadas. La voz de la alguacila se hace grande al expandirse por el paisaje, roza las cumbres de la montaña, salpica los verdes del sur de la Sierra Gredos y se mezcla con el ruido de las desbrozadoras y de algún tractor.

Cándido cierra la puerta del salón, es el último en entrar. Rosi, Félix, Mari Carmen y otros 20 vecinos se sientan. Observan a Israel, Fernando e Iván mientras proyectan un montón de planos sobre dos pantallas. Son tres arquitectos reconvertidos en tres apóstoles que van a obrar el milagro en el pueblo. Han ganado un concurso público de arquitectura y levantarán una residencia de ancianos en la localidad.

Cuentan que las habitaciones estarán orientadas al sur y al sol, que el edificio tendrá ventilación cruzada. Explican cómo se relacionará residencia con el espacio exterior y cómo "La COVID ha destapado el entorno rural como un lugar donde la arquitectura dispone de espacios más amplios, más anchos, más ventilados". El proyecto que hoy cuentan a estos vecinos se llama "Un marzo tan agosto", lo diseñaron confinados, en plena pandemia. "El coronavirus ha puesto en jaque la vivienda urbana, nadie nos había dicho que vivíamos en cajas de zapatos, en casas pequeñitas con trocitos de cielo, desde los que casi no se ve nada, y pasar tres meses encerrados en ellas podía ser muy desagradable", explica Iván, el más joven de los tres.

El proyecto, convocado por el Ministerio de Transportes y al que se han presentado más de 30 estudios de arquitectura de toda España, está pensado para luchar contra la despoblación. Ahora que el turismo ha dejado de ser la quimera rural y urbana, dicen los expertos que el sector de los cuidados, especialmente la atención a los mayores, se está convirtiendo en uno de los agentes de desarrollo en las zonas rurales, junto a las actividades tradicionales, como la agricultura, ganadería y otras del sector servicios.

¿Qué puede significar para la arquitectura el mundo rural después de la pandemia? Para Israel, veinte años de profesión, ha significado recuperar el sentido común de la arquitectura, dice que se había olvidado. Para Sandra, una de las recién llegadas al pueblo, significa más calma que en la urbe y más espacios abiertos para sus tres hijos. O la posibilidad de encontrar empleo en uno de los 20 puestos de trabajo que creará la residencia en San Esteban del Valle cuando funcione. Para Félix, que atiende sin pestañear a las explicaciones desde la primera fila y que, como el 60% de sus vecinos supera los 50 años, significa poder quedarse a pasar el diciembre de su vida en su tierra. No marcharse. Morir allí. Pero para eso todavía queda mucho. Estamos en un marzo tan agosto.

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