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El XIX fue el siglo de las fábricas, de las industrias metalúrgicas, de las emigraciones a la ciudad en busca de un empleo en una cadena de montaje o en unos altos hornos.

El siglo XIX supuso el fin de los trabajos en la Ferrería de Cades (Herrerías, Cantabria), un taller en el que durante décadas se fabricaron las moles de hierro de 200 kilos que luego servirían para la manufactura de la industrias férrea: barcos, vías de ferrocarril, herradores, forja, construcción, artesanía…

Ahora, la Ferrería de Cades constituye un atractivo turístico, gracias a la restauración y puesta en valor de las diferentes edificaciones que la componen y del entorno que la rodea.

La restauración de este conjunto comenzó hace una década gracias al esfuerzo de la Asociación de Amigos de la Ferrería de Cades, cuya iniciativa permitió la realización de los primeros trabajos.

El relevo lo tomó el Grupo de Acción Local Saja-Nansa, que continuó con la recuperación del este entorno en el año 2000, esta vez con cargo al Programa LEADER II.

 “Desde hace dos años, una vez concluida buena parte de la restauración, iniciamos un nuevo periodo, enfocado al desarrollo de procesos de gestión y puesta en marcha de servicios”, cuenta Belén Ulloa, técnica de Saja-Nansa que se ha ocupado del proyecto.

“Se han contratado a tres dinamizadores, que se van a encargar de realizar las visitas guiadas. También se van a poner en marcha talleres específicos”, explica. “Por otro lado, se ha llevado a cabo un proyecto museístico que incluye un ambicioso audiovisual proyectado sobre la pared de la ferrería”, comenta Belén Ulloa.

Por su parte, la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno de Cantabria ha subvencionado los accesos, el aparcamiento y la restauración de un molino harinero que pertenece al mismo conjunto.

El resultado de los trabajos fue inaugurado el pasado 3 de julio por la vicepresidenta del Gobierno cántabro, Dolores Gorostiaga, el consejero de Medio Ambiente, Francisco Martín, y el presidente del Grupo de Desarrollo Rural Saja-Nansa, Secundino Caso.

La Ferrería de Cades

Las ferrerías eran instalaciones realizadas en piedra de mampostería, cuya función era la de producir hierro utilizando la fuerza del agua que discurría por un canal y que se encargaba de mover los ingenios hidráulicos.

Su ubicación en un enclave suponía un impulso dinamizador en el territorio, ya que creaba empleo para operarios en la propia instalación (maestro, técnicos y aprendices), pero también, para leñadores, porteadores, carboneros, artesanos…

El edificio de la Ferrería a de Cades forma parte de un conjunto rural del siglo XVIII de singular complejidad, terminándose de construir en 1752, siendo su propietario D. Antonio de Rábago, y consta, además de la propia ferrería de casa principal blasonada, de una "panera" y dos molinos harineros.