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¿Puede el coronavirus ayudar a frenar la despoblación del interior de la Comunidad Valenciana?

11/11/2020 Área: Desarrollo rural Fuente: El Mundo

Una calle en Quatretondeta, en la provincia de Alicante

  • Poblaciones en riesgo muy elevado de perder población, según el informe del Comité Económico y Social de la Comunidad Valenciana, ven en el teletrabajo una esperanza pero reclaman mejores comunicaciones, infraestructuras y servicios para atraer familias.

Reportaje de Daniel Moltó, publicado en El Mundo.

El alcalde de QuatretondetaFrancisco Picazo, recuerda que hace ya quince años desde la última vez que nació un niño en el pueblo. Él, que ahora tiene 75, es una de las cien personas que viven de forma permanente en esta pequeña localidad de El Comtat (Alicante) y subraya que su principal objetivo cuando se presentó a las elecciones fue intentar cambiar la curva de crecimiento del pueblo, antes de que sea demasido tarde. "Es algo que nos preocupa y mucho":

Quatretondeta es uno de los 58 pueblos con un riesgo de despoblación "muy elevado" (28 en Castellón, 19 en Valencia y 11 en Alicante), según se recoge en la el "Informe sobre el Medio Rural en la Comunidad Valenciana" aprobado por el Consell Econòmic i Social de la Comunitat Valenciana (CES-CV) el pasado 15 de julio de 2020 y publicado esta pasada semana.

Este trabajo subraya que el medio rural valenciano "no solo se encuentra menos poblado, sino que tiende a perder población, especialmente joven, y no consigue atraer nuevos residentes". En sus conclusiones se señala también que al tratarse de zonas menos pobladas, más alejadas de grandes centros de población y en ocasiones mal comunicadas, llega a ser más difícil dotarlas de servicios públicos y privados, al tiempo que resulta ser un ámbito muy sensible y muy afectado por los cambios de coyuntura económica. "Todo esto viene generando una creciente preocupación social, por la desigualdad que produce entre las personas que habitan en el medio rural y las que habitan en otras áreas geográficas", resaltan los autores del informe.

Los mismos recogen las fortalezas y debilidades de estos territorios de interior y proponen una guía de actuaciones a llevar a cabo para tratar de hacer del medio rural valenciano "un espacio lleno de proyectos de vida y que garantice el acceso a los derechos fundamentales en igualdad de condiciones que el resto de la ciudadanía".

Entre las potencialidades del medio rural, señalan la importancia de la agricultura o de la infraestructura verde como elemento de vertebración natural, la riqueza del patrimonio histórico y cultural o la posibilidad de establecer un modelo económico basado en la cooperación y la integración.

Pero también recuerdan los principales problemas de estos municipios con una estructura demográfica envejecida y masculinizada, dificultades para generar empleo y romper la estacionalidad o para fomentar la diversificación empresarial. Entre las principales carencias, la memoria subraya algunas como el déficit de infraestructuras de transporte y escasez de equipamientos básicos, la dificultad de acceso a la vivienda, la brecha digital o la escasez de servicios públicos.

RIQUEZA DE RECURSOS, FALTA DE SERVICIOS E INFRAESTRUCTURAS

En todo ello coincide Pablo Martínez Such, alcalde de Alcalà de la Jovada, municipio del interior de la Marina Alta "que está muy vivo y tiene mucho futuro", pese a ser otro de los señalados en las estadísticas por su riesgo de desaparición. En su opinión, lo único que falta para romper con la "maldición" de estos pueblos (llenos de gente en verano o durante los fines de semana pero con pocos residentes durante el resto del año) es un mínimo de implicación por parte de las Administraciones.

"Contamos con todos los atractivos posibles. Estamos situados en un punto estratégico, en el interior pero cerca de la costa, nos sobran recursos para plantearnos una alternativa en riqueza como puede ser el turismo natural o gastronómico, que están funcionando muy bien...pero lo que necesitamos es que la gente se quede a vivir en el pueblo, tanto los mayores como los jóvenes que acaban yéndose a las ciudades cercanas por falta de las infraestructuras o de los servicios básicos", apunta el alcalde de esta localidad, que cuenta con unas 180 personas empadronadas, la mayoría personas mayores. "Es cierto que en los últimos años está empadronándose gente más joven pero el relevo no es suficiente".

Aunque es consciente de que un pueblo no puede ofrecer las mismas comodidades que una ciudad, Martínez Such considera que se debe empezar a dar pasos serios, invertir y apostar por los pueblos. "Como ayuntamiento, nosotros nos encargamos de tener el pueblo en condiciones y de reclamar mejoras en aspectos clave como vivienda, comunicaciones o transportes públicos", señala.

Precisamente estos son los principales escollos que están encontrando para convertirse en una alternativa a la vida en las ciudades, en el contexto de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus y con la oportunidad que ofrece el teletrabajo. "Notamos la necesidad que tiene la gente de venir el fin de semana a desconectar y estamos convencidos de que si tuviéramos la posibilidad de poner la fibra óptica -algo que estamos reclamando- mucha gente joven con casa en el pueblo se quedaría a vivir y trabajar desde aquí. Eso, acompañado de un plan de vivienda y de ayudas que permitieran recuperar casas antiguas, así como de un mínimo servicio de transporte público cambiaría mucho las cosas".

El alcalde también cree que se deben cuidar los recursos, como por ejemplo el patrimonio histórico, que está "bastante abandonado". En ese sentido reclama planes urgentes de mantenimiento y consolidación para que estos parajes cuenten con las inversiones actuaciones necesarias. "Estoy convencido de que con pocas cosas, la gente volverá a Alcalà porque tiene muchos recursos y posibilidades".

LA OPORTUNIDAD DEL TELETRABAJO

El municipio de L'Orxa, también en El Comtat, empezó a ver cómo se agravaba el proceso de despoblación a partir del año 2000, cuando cerró la empresa papelera Raduán S.A. que daba trabajo a más de la mitad del pueblo. A eso se sumó el éxodo de las nuevas generaciones con estudios superiores que encontraron ofertas de empleo en las capitales o en las ciudades próximas.

Sin embargo, este año parece haberse producido un cambio y este verano ha sido "como los de antes, cuando los niños del 'baby boom' llenábamos las calles jugando". Lo explica el alcalde de L'Orxa, Pau Pinar. "Yo tengo 57 años y hace mucho tiempo que no veía esto. Aunque no abrimos la piscina -precisamente por la Covid- el pueblo se llenó de mucha gente joven que viven fuera, en Valencia, Catarroja, Elche o Sant Joan y que vinieron con sus hijos. La verdad es que daba mucha alegría".

Aunque con la llegada de septiembre, el pueblo volvió a vaciarse, mucha gente de 60 años en adelante, la mayoría jubilada, se ha quedado porque están más tranquilos. "Yo creo que ha habido un cambio de mentalidad, que habrá un antes y un después de esta pandemia en la que se valorará la tranquilidad y la calidad de vida y los pueblos tenemos que estar preparados para ello".

De hecho, la sorpresa ha sido que también se han instalado familias más jóvenes y con hijos, aprovechando el teletrabajo y que se han sumado así a otra media docena que ya vivía en el municipio. En este "regreso" ha sido fundamental la posibilidad de contratar la instalación de la fibra óptica, que permite a los vecinos una conexión de 100 megas. "Poco a poco vamos salvando obstáculos y creemos que la situación actual puede ser una oportunidad para los pueblos porque mucha gente que vivía en Valencia o Alicante ha venido a las casas de sus abuelos o de sus antepasados".

Otro aspecto fundamental para contribuir a la recuperación demográfica de L'Orxa ha sido, explica el alcalde, la inauguración hace un par de años de un Centro Rural Agrupado (CRA) compartido con el colegio de Beniarrés y en el que están ya matriculados 17 niños de distintos cursos. "Eso es fundamental porque la escuela es lo que da vida al pueblo. Cuando desaparece una escuela es mucho más dificil volver a abrirla y el futuro del municipio se resiente mucho", añade Pau Pinar.

PROYECTOS PARALIZADOS

Pese a los movimientos propiciados por la posibilidad del teletrabajo, en otros municipios la realidad es distinta y de hecho, el coronavirus ha congelado algunos proyectos importantes para revitalizar el pueblo. En Quatretondeta, Francisco Picazo destaca que había un proyecto holandés para construir apartahoteles, "un proyecto muy bonito pero cuya inversión ahora parece haberse paralizado". Lo mismo ha ocurrido con otro proyecto para reconvertir el antiguo Hotel Els Frares en apartamentos para alquileres de larga estancia con servicios de hostelería comunes. "He estado analizando el proyecto, que en principio me parece interesante y que podría no solo atraer a gente extranjera de nivel económico medio y alto para vivir durante todo el año sino a familias que vinieran a ofrecer servicios. Sin embargo, con el coronavirus está todo en el aire".

Aunque durante la primera oleada de la pandemia una pareja de profesores se instaló con sus hijos para pasar allí el confinamiento, tal y como hizo otra familia que pertenece a un grupo de riesgo, Picazo apunta que no han notado demasiados cambios, a pesar de que aquí también se instaló la fibra óptica antes del confinamiento pensando precisamente en gente joven que se pudiera establecer.

"Somos 125 personas empadronadas, aunque viviendo todo el año no superamos el centenar y en los últimos años la población no ha variado demasiado. Tenemos algunas parejas de entre 30 y 35 años y el resto es, sobre todo, gente de más de 60 años", explica el alcalde, quien ha estado estudiando maneras de diversificar los cultivos, ya que la almendra está siendo muy castigada por la plaga de la Xylella y los precios del aceite son muy bajos e inestables. "También estamos intentando declarar paraje protegido parte de la sierra, con lo cual podríamos pedir una cuadrilla de tres o cuatro personas que pudieran estar de manera continua limpiando la sierra y cuidando de todo esto", añade.

El coronavirus también ha aplazado la celebración en Quatretondeta del Geolodía, una actividad organizada por la Sociedad Geológica de España para celebrar el día de la Geología y que atrae a especialistas de todo el mundo. "Ideas hay pero falta volver a la normalidad y sobre todo, ver cómo quedan las inversiones por parte de las instituciones después de esta pandemia, que imagino que se recortarán".

Entre las ideas que también baraja el alcalde es impulsar la rehabilitación de viviendas para vender o alquilar. "Lo que más nos interesaría es atraer a gente joven. Estamos percibiendo algunos signos de relevo generacional pero no es suficiente y el coronavirus podría paralizarlo todo bastante", añade el regidor.

El informe del Consell Econòmic i Social ofrece un decálogo de propuestas principales que pasan por asentar un nuevo discurso de la ruralidad que refuerce la autoestima y el empoderamiento de las personas residentes. Propone adoptar un enfoque territorial supramunicipal o subregional que complemente la visión municipal, así como reforzar la cooperación público-privada para maximizar la movilización de los recursos territoriales.

Otras sugerencias son adaptar procesos administrativos y marcos legales a la realidad del medio rural, establecer una política integral de fomento de toda la iniciativa empresarial y específicamente la economía social y cooperativa, generar mecanismos de flexibilidad para dar respuesta ágil a las necesidades en materia de vivienda y suelo empresarialmejorar la legislación en materia de protección medioambiental y protección territorial o establecer una fiscalidad diferenciada para atraer y consolidar empresas y particulares en los territorios en riesgo de despoblación.

Por último, también apunta como importante mejorar la movilidad y la conectividad para la equidad en el acceso a los servicios públicos, así como atraer talento joven, y especialmente el femenino, al medio rural pasando por la profesionalización.

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