REDR

Aprovechando su visita a España, la Red Española de Desarrollo Rural entrevista a Diego Montenegro, Representante en México y Coordinador para la Región Norte del IICA, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura.

IICA promueve el concepto de la "agricultura ampliada"; una agricultura más allá de lo estrictamente sectorial que, por un lado, es proveedora de alimentos, y está vinculada a cadenas de valor y, por otro, ese doble rol que juega la agricultura como parte de un «sistema rural». Un sistema rural donde actividades e ingresos no agropecuarios asociados con el turismo, con artesanía, con otro tipo de actividades propias del territorio son parte del gran concepto de la vida rural. Desde esa perspectiva, comprobamos que el rol que juegan los territorios que en la actualidad se entienden como el continuum de lo urbano y lo rural y no únicamente como el concepto de territorio rural. Este enfoque requiere de políticas públicas, integrales, multidimensionales, para el fomento de programas y proyectos que impulsen aquellas iniciativas que nacen de un proceso participativo desde los territorios y con vinculación -ojalá- de inversión público-privada que es tan necesaria para otorgar sostenibilidad a cualquier iniciativa y con una característica que debe estar siempre presente: la gestión social del territorio con activa participación de los actores locales.

Son absoluta y necesariamente compatibles; no se puede hablar de una agricultura si no está vinculada con una cadena de valor, y esta cadena si no está vinculada a su vez con un sistema rural, donde conviven otro tipo de actividades y la agricultura es una más, que puede bien ser complementaria con otros servicios y otras actividades donde la integralidad es la característica central.

El desafío del desarrollo rural sostenible e inclusive la lucha contra la pobreza, el cumplimiento de los ODS... puede y debe ser cumplido si, y solo si, hay una activa coordinación y complementariedad, una acción interagencial de redes, agencias de cooperación, gobiernos locales y centrales... para lograr su cometido. Caso contrario es el trabajo en compartimentos estancos, sin participación activa de las comunidades, sin coordinación... no es efectivo y no logrará el objetivo deseado.

Sin duda alguna. América Latina será la región más urbanizada del mundo -con más del 80% de su población viviendo en ciudades. Se calcula que el 85% de esa población será urbana hacia el año 2025, pero además se entiende que el 25% de esa población vive en condiciones de alto nivel de pobreza. En ese contexto, las tendencias de despoblamiento, de migración de áreas rurales a ciudades... nos obligan a tener que buscar políticas, programas y aceptar retos y desafíos hacia esa tendencia a la urbanización. Las soluciones, una vez más, son de carácter integral. Medidas tanto para retener a las poblaciones rurales en las áreas rurales, son responsabilidad de acciones e iniciativas desarrolladas en el propio territorio; como también de los servicios e iniciativas industriales y de agregación de valor de servicios que se puedan poner en práctica en las ciudades. Ahí entra un concepto que venimos trabajando en el IICA en los últimos años, el concepto de las «Ciudades Intermedias» que, más allá de su clasificación por número de habitantes, estas ciudades deben promoverse e impulsarse en función a su tipologías o en base a sus funciones. Las Ciudades Intermedias hoy en día pueden ser de 300, 400 o 500 habitantes, pero deben cumplir un rol, una función, ya sea de agregación de valor, de mercado, de acopio, de productos agrícolas, procesamiento, o de vinculación vial y otorgación de servicios para, de esa manera, paliar de algún modo esas tendencias de despoblamiento o de éxodo rural a lo urbano.

Sin duda alguna. Vengo de participar en un evento de Ciudades Intermedias en Cáceres, donde nos encontramos con alcaldes de pequeñas poblaciones que identifican ocasiones productivas, oportunidades de empleo, de otorgación de servicios, que están asociadas a aspectos culturales, de historia, de identidad, donde los sellos de identidad y calidad pueden ser uno de los mecanismos puede ser uno de los mecanismos para promover el concepto de desarrollo local. Hemos visto experiencias interesantes de cómo un grupo de pequeños productores de agricultura familiar se organiza en cooperativas, estandarizan un proceso de producción de quesos o de jamón, o de una ruta turística vinculada con el vino, con el queso y, de esa manera promocionan el turismo, generan servicios y, a través de una mancomunidad de municipios, se coordinan entre sí para complementarse y poder generar oportunidades para esa población migrante en esas pequeñas ciudades y combatiendo el éxodo rural. La respuesta es afirmativa. Hay iniciativas en camino, un espacio de intercambio y de complementariedad y de experiencias, para contar historias de éxito en Latinoamérica, en Europa y en España en particular, para impulsar esas agendas hacia el futuro.