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Pablo Pérez Jambrina y su mujer, Marta Alonso García, se muestran felices y optimistas sobre el rumbo que dieron a su vida no hace mucho. Durante años dirigieron un negocio de hostelería en Arriondas hasta que, en 2009, optaron por «regresar al pueblo», saturados por el trabajo y buscando vivir en un medio más tranquilo y basado en el cultivo de arándanos. Su cambio ha sido tan radical que incluso viven en la propia plantación de su finca en La Llosa, en Corao (Cangas de Onís), donde han adecuado una antigua construcción que, poco a poco, van convirtiendo en su hogar.

«Empezamos con esto a finales de 2009. Hay que trabajar bastante duro, pero la calidad de vida que tenemos aquí no la vamos a encontrar en ningún sitio», dice Pérez, que se muestra rotundo al afirmar que «el arándano es el futuro en el campo asturiano. Hoy por hoy es lo único con lo que podemos salir adelante. Tenemos que aprovechar las buenas condiciones de nuestra tierra para lograr producciones importantes. Si bien es cierto que los primeros años, dos o tres, los pasas como quien dice en blanco, por lo tanto los comienzos son económicamente duros», matiza. Después, añade que «nosotros hicimos aquí una inversión muy importante, si bien no empezamos desde cero; la finca pertenece a mi mujer y luego contamos con los ingresos del alquiler del local de hostelería. En 16.000 metros de finca tenemos ahora 4.500 plantas de arándanos, de las que tienen hasta seis variedades, y 5.200 plantas de fresa portola».

Las labores de agricultura de su finca las comparten con un sofisticado sistema de ordenador que es el que se encarga del riego y el abono de las plantas. Ahora bien, «a nosotros nos toca estar segando cada dos por tres las calles, así como las dos podas anuales», comenta.

El matrimonio anima a todo el mundo a incorporarse de nuevo al campo y, al mismo tiempo, aportando técnicas nuevas que permitan adaptarse al mercado. En este sentido, Pérez matiza que toda su producción es ecológica -es miembro de la agrupación ecológica Campoberry, con sede en Cantabria- y que no existen intermediarios. «Nosotros recogemos, envasamos, etiquetamos y llevamos el producto directamente al cliente. De hecho, ya tenemos demanda en varios establecimientos hosteleros. Estamos encantados. Aún hemos de esperar unos dos años para lograr unos 12.000 kilos de arándanos, pero todo llega. Hoy en día no cambiamos esto por nada del mundo», afirma.